Había frío y antes de dormir al despertar el gallo me asomé a la ventana y la vi, aprovechando ese momento magistral de vida, para capturar la belleza de su espalda, que me mostraba inadvertida.
Huyó. Detrás de unas ramas lejanas escondió sus caderas, tímida al lente y al sonar de mi diafragma. Redonda y hermosa cara imperfecta, hoyuelos arcaicos dueños de mil misterios, cremosa reina de la noche, ojo nocturno de Dios. Mantequilla era tu color, parada en medio de toda esa ausencia y vacío, me viste en mi ventana, recubierto del frío y te marchaste con vergüenza.
Ya han sido varias las veces que corres por el cielo alejándote de mi enfoque. Pero sé que volverás a estar ahí, en la cúpula azul, y distraída te tomaré por sorpresa, porque eres bailarina de las horas, mi acompañante silenciosa.
Como no verla.. esta siempre esperandome para dormir en la ventana de mi habitación. Ademas que hipnotiza. Un saludo Carlota. Gracias por darte una vuelta.
Veo que eres tan aficionado como yo a contemplar la luna. Estos días pasados ha habido una magnífica… yo, aunque vaya distraída por la calle hablando con mis amigos, siempre reparo en ella. Y si estoy sola en casa y me asomo a la terraza, me abstraigo mirándola.
Un bonito texto que sale de las manos de un aficionado a nuestr satélite. Gracias, Hacaria.
Besos.
Detrás de unas ramas lejanas escondió sus caderas, tímida al lente y al sonar de mi diafragma…en verdad me ha fascinado tu escrito, cariños.