Fotografiar para Olvidar, Abandonar…

Una fotografía, un retrato, puede ser una forma de recuerdo de alguien…. Pero a veces….

Él vivía en los bajos, en aquel pequeño piso, pequeña vivienda. Al principio con su familia, pero poco a poco, quedándose sólo. Al parecer ya nadie quería estar con él. Enfermo desde tiempo atrás, inmemorial tiempo atrás. Una patología pulmonar le provocaba ahogos, insuficiencia respiratoria. Tanto su madre como su mujer murieron tiempo atrás, también por patologías. Se quedó sólo, en los bajos de aquel edificio, desde siempre había vivido allí.

Recuerdo haberlo visto, muy de vez en cuando, en la calle, apoyado en una pared cualquiera, recuperándose del gran esfuerzo que le suponía caminar unos cuantos pasos.
Alguna vecina quejándose de él, de su actitud.
El hombre era frecuentemente asfixiante hacia ciertas personas que le hacían favores, como transmitiendo a los demás lo que él mismo sufría. Esto no se atrevía a hacerlo a cualquiera, sólo a quien se prestara a ayudarle en algo, y que además le diera coba.
Casi siempre era la misma vecina.
Utilizaba su enfermedad, ciertamente para asfixiar. Poco a poco se quedaba sólo. Su pesimismo era frecuente y sonoro. Su pesimismo le quebraba el arrugado rostro, su impotencia para respirar le forzaban unos surcos profundos en su rostro con cara de Ser dolido y falto de oxigeno. Falto de vida. Su obsesión era coger, su enfermedad lo enseñó a coger,aire, más aire, vivir cogido de los demás, no podía soltar,tan sólo coger aire, su vida se convirtió en satisfacer el concepto de recibir, sólo recibir, aunque fuese algo de aire, de atención… de manera que su musculatura diafragmatica quedó acortada, rígida, endurecida y viciada, con cada vez menos recorrido, menos soltura, menos movimiento. De tanto coger, su musculatura no hacia el juego correcto de retraer, expandirse… Inhalar, Exhalar…Sus pulmones condenados a coger y coger aire, ahogo tras ahogo. “Me falta aire, me falta aire, necesito más.”
Pulmones condenados a no poder soltar, su musculatura no podía realizar el juego de soltar aire. Imposible. Solo coger, aire.
La musculatura puede amoldarse a la acción, la acción y la forma muscular se necesitan..Cada músculo tiene una función.
La membrana que protege los pulmones la tenia dañada, y al parecer solo le funcionaba uno y con dificultades.

Poco a poco los cuatro o menos, vecinos que lo atendían, quizá para sacárselo de encima, empezaban a pasar de largo, debió ser un enfermo agotador y absorbente. Un día mientras estaba apoyado en una pared, recuperándose, le estaba dando a un vecino un bote de cristal, y preguntándole si podía hacerle el favor de ir a la granja a por un café con leche….

Con el paso de su vida, se iba apartando, se instaló o literalmente fue instalado en una residencia. Lo conocí siendo él un tanto mísero, algo ruin. Con discreción se fue marchando, a su residencia instalado. Es muy posible que allí desapareció como persona más o menos manipuladora, posiblemente allí no podría utilizar su enfermo pasado y presente, para meterse a los demás en el bolsillo. Quizá allí dentro las reglas del juego fuesen otras.
Muy pocos supieron de su muerte, muy pocos supimos de su muerte. Ya estaba casi olvidada su ausencia del edificio. Era extraño verle con su único hijo. Mucho antes de fallecer ya había desparecido de la zona, mucho antes ya cayó en el anonimato. No me extrañaría que hubiese fallecido anónimamente y más acompañado por un rígido protocolo administrativo y por algo de compañía humana. Incluso la vecina que más estaba por él, no sin quejarse, también había fallecido por algo relacionado al alcoholismo que padecía…
Desde ese otro anonimato que puede ser la residencia en la que estaba, sus pulmones dejaron de jugar, dejaron de jugar al sagrado juego de coger – soltar… Creo ignorar lo que es la vida, pero el vivir es ese sagrado y provisional juego del yin y el yang en equilibrio.

Unos años después, sacando basuras y otras dejadeces que había por casa, me acerqué al contenedor, uno de esos objetos llenos de nuestras inmundicias y miserias que genera el a veces necesario consumismo como personas que somos o intentamos ser.
Esto era casi enfrente de donde vivía este vecino, muy cerca… Sobre el suelo, bajo los contenedores de basura, veo cosas tiradas, desparramadas, parecía como si algún hurgador o mendigo hubiese escarbado allí dentro con cierto desdén o enfado y hubiese tirado lo que se encontró… A los pies del contenedor, entre ciertas porquerías, había varias fotos, eran de ese vecino. Aparecía bien trajeado y sonriente, se le veía con una mujer, se trataba de una novia, una señora mayor de la que nunca se supo. Nada, nada de nada.
Lo que más me impactó, y llevó a una sensación de cruel ironía y cruel sarcasmo fue ver sobre la acera que alguien colocó una foto enmarcada y bien apoyada sobre la aspereza del indiferente pavimento, junto al borde del hoyo de un árbol, como si estuviese sobre una mesita de noche. En aquel retrato el hombre estaba sonriente, posiblemente se lo exigiría el fotógrafo, también llevaba corbata, bien peinado. La foto estaba abierta con esa especie de apoyo que tienen detrás; estaba muy próxima al contenedor, un contenedor lleno de miserias reciclables. Todo aquel panorama me llegó como broma de mal gusto, una especie de disparate truculento y algo malintencionado…Una sutil y significativa especie de canallada. Ni siquiera pude o quise apreciar la reacción de la escasa gente que pasaba junto a ese escaparate.

Sin saber exactamente porqué, llamé a la puerta donde el hombre vivió últimamente…. Allí dentro no había nadie, estaba todo en silencio y lleno de ausencia, como una especie de casa abandonada y olvidada, donde en su día vivió un individuo que utilizó su enferma salud para meterse a quien se prestara a ello en el bolsillo, un bolsillo frío y más bien mísero, más bien ruin…como la escena del retrato abierto sobre la acera, a la altura del betún, a la altura de una asqueada suela de zapato, más o menos desgastada. Parecía que se estuviese burlando de la vida mundana y de la no mundana. Y además con corbata y sonriente, muy sonriente.

…. ¡Posiblemente obligado por el fotógrafo!

Un comentario sobre “Fotografiar para Olvidar, Abandonar…”

  1. Me guistó el símbolo final de la corbasta. Porque no es lo mismo asfixiarse con corbata (que es de clase muy alta) que sin corbata (que es de clase muy baja). Quizás a lo mejor de la lucha de clases sacamos algo para poder subsistir. Bueno.Me gustó el texto.

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