He soñado una fuga con las horas dispersas a lo largo de un tenue muelle portuario y dando paseos por la luna. Suena la una y un “hasta siempre”, surgido de las escalas de un puente etéreo, suspira devolviéndome el recuerdo de un breve destino. Camino. Hay una “buen día madrugada” constelado de aromas y de bruma y suma las horas el reloj de mis senderos. Destinos. Se asoma la fuga de un clarinete de jazz en el instinto y al instante distande de un infinito se me instala una sombra de espuma con raíz de tinta. Escribo.
Discorde sinfonía de aleteos en los deletreos de las frases. !Quién pudiera fugarse por un instante de estos sentires de nostalgia!. Abunda la espesa espesura del espejo y hay una espera en la esfera del reloj. Ya amanece.
Ya amanece y aquí sigo esperando toda la respuesta a mi inquietante inquietud. Quietud. El tiempo se aploma y se desploma en la aplomada sombra ambulante de los árboles. Un gorrión cercano me hace respirar profundamente mientras busco las huellas de un sueño de fugacidades. Perpetúa el reloj sus agujas en las burbujas del mar y el aire se acolita con las hojas que levantan aromas de azules pensamientos. Son sólo fugacidades de un mañana meditativo. Quizás la vida ya no nos espere más para seguir adelante así que hay que levantar el ánimo del alma y levitar. Levitar hasta desplazarse tras las alturas que nos son parte de esta tierna tierra.
Haces un bello juego de palabras, nos guías por unos vericuetos de los que parece no haber salida, hasta que nos la ofreces.
La vida no siempre nos espera, por lo que tenemos que correr para no quedarnos atrás.
Un abrazo, Diesel.