Dualidad

En estos tiempos en que tanto se analiza todo y se critica mucho lo del vecino, se nos suele pasar por alto (a mí la primera) todo lo que tenemos nosotros mismos de criticable.

Se me ha ocurrido esto mientras estaba en una de esas tareas de reparación que me encantan y que ocupan las manos mientras dejan libre el pensamiento. Precisamente repasaba la actitud de un familiar y tenía sumamente claro lo que en su reciente actuación veía yo de inadecuado. Hasta que me he dado cuenta, como en un fogonazo, de que últimamente mis actuaciones son idénticas, quizá no en la forma pero sí en el fondo.

Y me he dado cuenta de cómo somos capaces hoy de sostener hasta las últimas conclusiones una determinada opinión y, sin que en ocasiones haya apenas transición, la contraria. De cómo podemos aplicarnos en la defensa de una idea y poco después vituperarla. Todo ello tiene la explicación de cómo nos vemos afectados por nuestras emociones, eso que tanto nos incomoda y que muchos desearíamos poder erradicar de nuestras vidas. Son las emociones las que, cuando hemos sufrido una pérdida importante o una simple contrariedad y una vez que hemos racionalizado todo en nuestra mente, intervienen para echar abajo nuestro bonito edificio construido sobre la arena.

Y para entender esta dualidad del ser humano puede echarse mano de la mecánica cuántica, del yin y el yang, del símbolo místico del Árbol del Bien y del Mal, en fin, de lo que se quiera, pero lo principal es intentar ver nuestro interior como desde una cierta distancia, como si de alguien ajeno se tratara. Pero sin dejar de observar nuestras reacciones.

4 comentarios sobre “Dualidad”

  1. Emociones y reacciones a veces contradictorias con nuestra manera de pensar. Efectivamente, Carlota, no es lo mismo estar “dentro” que estar “fuera” de una acción humana. Es necesario meditar mucho sobre ello. Un abrazote.

  2. Es necesario la autocrítica sí… es necesario para comprender que no poemos ir más allá en busca de lo aparente… que la viga y la paja no son la misma cosa y que como dice Carolina también necesitamos pensar…

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