Génesis

Una parte de él, quizá la más oculta, salió de la oscuridad y lo inundó todo. Aquel chico trató de escapar pero una densa nube negra lo cubrió todo, de pies a cabeza.
Afligido, buscó a tientas la luz. Un interruptor, un pequeño aparato que lo solucionaria todo.
Al dar unos cuantos pasos lo encontró. Lo pulsó sonriente, pero la más oscura de las tormentas seguía rodeándolo.
Entendió que ya nada le serviría, estaba condenado a vagar perpetuamente por el espacio-tiempo.
Se acostó en el suelo, en posición fetal, y lloró. Pero no duró mucho su llanto.

Se levantó con valentia y siguió la búsqueda. Por fin, tras muchas horas de paseo a ciegas, pudo divisar una luz.
A través de aquella luz se veía una galaxia de palabras, unas enjutas, otras cortas, otras estiradas e hirsutas, y muchas de ellas en grupo: había encontrado al Vorem
Aquel sitio le era familiar: en tiempo pasado hubo de convivir en sus mundos.
Por ello, al entrar de nuevo, pensó que sus nuevos habitantes no debían conocer su pasado, aunque, en secreto, sus viejos amigos siempre le reconocerían.
Pensó en un nombre nuevo. Algo único, no especial, pero diferente.
Todos aquellos años había leido y escrito, y su más principal fuente de inspiración era aquel viejo escritor, no tenia ninguna duda. Edgar Allan Poe.
Así que, tras echar una pequeña mirada a lo oscuro, saltó hacia la luz y fue tragado por ella. Ahora no todo sería igual. Algunas cosas cambiarían.
Así nació Edalphoe.

Un comentario sobre “Génesis”

  1. !Preciosa Génesis la de tu Edalphoe, amigo Isamel!. Algunos persoanajes no nacen en nuestro cerebro ni en nuestro corazón… algunos personajes nacen en el interior profundo de nuestra memoria. Adelante, Ismael… sigue… sigue construyendo Génesis de personajes con memoria.

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