La vida, así…sin más y con minúscula, se está convirtiendo en una árdua tarea, en un proceso para el que es necesario ser hábil. Alguien acaba de contarme en unas cuantas horas…que diez son las bases esenciales para habilitarse y ser capaz de alcanzar un “empoderamiento”. Vivir ha sido una mezcla de existencialismo y dígame usted a cómo está el precio del pescado, cuando de pronto se nos avecinan avalanchas de propuestas vitales, ódas hábiles y ábilmente conseguidas. Pensemos en la vida, como propuesta vaticanista. La vida desde el tabernáculo político. La vida como noche sin saber qué hacer. La vida como exclusión social. La vida en sus múltiples variantes desafiando todo rigor y todo derecho. Ya no es sencillo nada que se proponga desde un decálogo. ¿Y la muerte? ¿Qué nos aproxima a las habilidades para la muerte? ¿Quién presupone que lo temporal, aquí, no deja de ser una cuestión de habilidad?.