En malla de fuego me enredé hambriento.
Quise morder decidido y fui mordido.
El pez sin aliento colea contento.
Ya lejos del río comenzaba el frío.
Cruda red de invierno, locura de hielo.
Arde el corazón y se pierde la razón.
Delicadas garras, segura mirada.
Es cera. Fría, dura, caliente, quema.
Limó mis escamas su aspereza helada.
Escarcha en la grieta; sangra, nunca cesa.
Al agua de nuevo, malherido vuelvo.
El latente dolor, me hace sentir mejor