Se han cumplido ya 50 años de la fundación de la NASA y nuestro actual sabio plegable Stephen Hawking, desde su silla de ruedas, hace un llamamiento al espíritu sde Colón que anida en los humanos para que iniciemos, seriamente ya, el camino hacia otros lugares (hacia otros planetas) porque ya aquí en la Tierra la vida se está hacie ndo insostenible. No seremos nosotros, sino algunos de nuestros descendientes, en el siglo menos pensado, quienes abrirán nuevas rutas en el cosmos para que el hombre y la mujer descubran paraísos.

La Tierra ha sido siempre, para los místicos, una forma de destierro desde Adán y Eva. Esta difícil sitio habitado por efímeros personajes bajo las furias y los ruidos, entre las injusticias y las hambrunas, pero también en oasis pasajeros de lujo y placer, no ha sido todo lo equitativo y paradisíaco que quisieron inventar hombres y mujeres como Sócrates, Jesús de Nazaret, Beethoven, Fleming, Martin Luther King, Teresa de Calcuta y un puñado más, no muchos la verdad, que intentaron corregir la marcha humana haciéndola más humanitaria.

La conquista del espacio estelar buscando nuevos hogares para la Humanidad entera, tiene todavía que hace un gran esfuerzo globalizador para encontrar a sus héroes. Y se necesita mucho dinero. Pero creo que no es imposible y que estamos signados por el Destino de Dios para abandonar nuestras bibliotecas y nuestras estatuas, el recuerdo de nuestros próceres y profetas y la memoria de nuestros mares y nuestras altas cordilleras.

“Adiós a todo esto” dijo en su día Robert Graves. Porque, efectivamente, cada vez está más cerca el siglo en que digamos todos (nosotros no pero sí algunos de nuestros descendientes) adiós a la Tierra.