Hasta en la eternidad.

Es la primera gota en caer en mi pelo, la primera sonrisa de un rostro cargado de placer y de vida. Como siempre quise y por lo tanto que te quiero.

En la eternidad veré tu imagen tan nítida como el azul infinito y como los rayos del veredicto final.
Estarás sentado con el puño cerrado y en poder de mi suerte. Cuando se dicte mi final comenzaré mis días en la cumbre del amor.

No habrá deuda con el hombre sobre la cima, ni sacrilegio alguno… simplemente tu. Y de nada servirá el miedo ni sus armas. Tendré entre mis manos la victoria de tu amor y por los siglos de los siglos cuando ya nadie me vea me amarás dulcemente.

El infierno huirá sigiloso y las llamas solo serán la hoguera de lo abstracto.

En mi regresión a los nuevos tiempos, de donde algunos dicen que venimos escribiré tu nombre en nubes que otros verán y así puedan hablar de ti.

No habrá aullidos amenazadores a nuestra suerte, ni tendremos que elegir mas camino pues el brillo de nuestros ojos permanecerá por siempre unido.

Y vestiremos de un intenso blanco, y nos saciaremos de los mejores frutos y reiremos cuando la primavera asome de entre los cerezos.
Y por siempre serás mío hasta que un día sin saber volvamos a nacer y despertemos entre llantos de bienvenida y entonces será cuando te busque… cuando aparezcas de entre la multitud y digas mi nombre. Y no sabrás por qué en tan solo unos breves segundos creerás conocerme de siempre.

Recuérdame quien eres, empújame a esta nueva vida, y vivamos el triunfo en tierra que con los ojos cerrados volaremos y también brindaremos con vino de nuestros viñedos.

Y así soñando es como te veo, como te siento y como te nombro mío.

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