Homokoros de botellón

Bueno…gracias a un amigo pude comprobar que en mitad de una calle pasaban cosas. Pensé que era una reunión de amigos y amigas que se reían tontamente, vamos a lo tonto…y que no sé en qué idioma hablaban. Me sorprendió el ver lo bien vestidos que iban. Seguro que ninguno se había hecho la raya del vaquero, ni plisado el plisado que plisa la caliente plancha. ¡Una juventud chupi, guay, de esas que van guaperas por las aceras!

Bueno…bebían sin parar. Bebían porque no tenían otra cosa que hacer: beber y perder el tiempo, y de vez enc uando…ser comunitarios o solidarios con su propio orgullo…o con su propio egoísmo; que suele dar lo mismo.
Gloria nunca los conoció…pero pudo decir de ellos y ellas:

Noches de botellón, de moto aparcada
de carcajada por la emoción.
Nadie es nadie, sino el otro,
o la otra, o el vecino.
El único camino que nos lleva a ser amigos
es beber hasta morir de espanto.
¡Cuánto se va en cada estupidez vomitada!
¡Me callo y no digo nada,
que luego dicen de mí…
que a mi modo yo bebí…
aunque de forma callada!
…Lo peor
es el olor.

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