Que no podemos desmontar todos los hilos de la cruda realidad, esa impertérrita presencia que a veces nos agobia y nos aspereza el ánimo; pero que podemos aportar un poco de magia sensible y compañera para poder sobrevivir bajo los siete colores del arco iris…
Que la vida resulta ser más frágil de lo que en principio suponemos; pero que es cierto que podemos construir otros hilos que vayan más allá de lo que los ojos ven, las manos tocan y los oídos oyen, y que los sueños a veces refrescan nuestras sonrisas y nos ubican palabras sonoras o palabras mudas para descolgarnos como el aire…
Que los besos del amor a veces se escapan y se pierden en alguna oscuridad extraña a nuestros ideales; pero que hay muchos besos que perduran o que vuelven para hacernos conquistar la esperanza de una realidad más amable…
Que la esperanza no es lo último que se pierde sino, más bien, lo primero que se conquista.