19 de septiembre de 2005. Está lloviendo en la ciudad y el aroma de tierra mojada siempre me trae recuerdos de infancia. Por eso me gustan estas tardes-noches en que me veo, de nuevo, siendo niño por el boulevard de la Sainz de Baranda, allá en el Madrid de los meloneros y las fiestas de San Isidro, con su feria montada a lo largo de toda la calle. Me veo mojando los zapatos nuevos en todos los charcos. Todos corren menos nosotros que jugamos a policías y ladrones debajo de la lluvia, sin más que pensar… y luego llegaba el resfriado y la tintura de yodo en los pies y, lo que era mejor, dos días sin ir a la escuela de Narváez.
La lluvia. La fresca lluvia de mis infancias. Esa lluvia que me maravillaba en las vacaciones pasada en casa de mis tios, en la calle San Pedro de la ciudad de Cuenca, cuando el granado de la barranca estaba ya en plena sazón y nosotros formábamos la pandilla del Trabuco, jugando a llenarles de arena la vestimenta a los seminaristas que nos perseguían encorajinados. Y la lluvia. siempre la fresca lluvia…
Me gustan estas tardes noches en que los automóviles levantan chapuzones de agua y hay que saltar para no empaparse. Pero me gusta empaparme y vuelvo a ser el mismo niño que llegaba con todo el cabello mojado a casa donde mi madre nos limpiaba frotándonos, entre amorosa y amenazante, con la toalla antes de enviarnos a la cama.
Lluvia. Bendita lluvia de infancia que rememoro cuando ya sé que nunca volverá a ser igual. Ahora veo a los transeuntes correr y mientras me mojo pienso en el tiempo gozoso en que la infancia no hacía otra cosa sino jugar a ser piratas o tirar al blanco, a las puertas metálicas del garaje de la bruja de la escoba, con pequeñas piedras que hacían sonidos de venganza…
Lluvia. Bendita lluvia que trae a mi memoria el cobijo de una casa caliente, familiar, donde todos nos arremolinábamos alrededor del brasero para cantar…
Entrañables recuerdos de la infancia, que parecen ir cobrando fuerza con el paso de los años. Hay recuerdos diurnos. nocturnos, con sol, con lluvia, con viento… hasta con nieve.
¿Y cómo un madrileño de pro pone el artículo “la” antes del nombre de una calle? ¿Influencia murciana? Jajajajaja.
Saludos.
Hola Carlota. El nombrar a las calles “la” es una influencia latinoamericana. Y sí. Son recuerdos de infancia. La época dorada es la de los 16-18 pero la época plateada es la infancia…
Me has traido recuerdos de mi niñez en esos días de lluvia asomada a la ventana viendo el agua correr por las calles.
Buenso recuerdos .
Amiga Isabel: la vida sin recuerdos sería una nada absoluta.