Roberto vivía en una mísera barriada cuyo nombre ya no importa citar aquí ni tampoco a qué ciudad pertenecía. Allí iba yo, pibe incipiente buscando experiencias, a pasar tardes-noches con Roberto y los Larris, jugando a hacer carambolas con las calaveras de los billares del Tripucha y a gastar el tiempo con las artes marciales en el gimnasio del francés. Roberto era peón de albañil. Roberto y yo usábamos pantalones de pana.
Una tarde, estando sentados él y yo en el bordillo de una acera, Roberto se confesó: Pepe, !qué cansao estoy de toda esta porquería!. Estoy cansao de vivir así. !Tenemos que salir de esta cloaca!. Pero él no pudo salir porque días más tarde tuvo un fatal accidente.
En el hospital, antes de morir, Roberto quiso hablar conmigo.: Pepe, júrame que no volverás nunca más por aquí, júrame que te podnrás a trabajar y a estudiar hasta aprender a ser un hombre honesto, júrame que ayudarás al Toñete, al Charlie, a laToti y a la Menchu a salir de esta inmundicia. Júrame que, seas lo que seas en la vida, morirás con el pantalón de pana puesto. Le juré todo eso y algo más. El Toñete, el Charlie, la Toti y la Menchu eran sus cuatro hermanitos pequeños a los cuales su padre, barracho sin conciencia alguna, había abandonado.
Roberto siguió hablando: Mira Pepe, te conozco lo suficiente como para estar seguro de que te esforzarás por cumplir tus juramentos pero yo, que tengo algunos años más que tú y he vivido infiernos que tú no conoces todavía, tengo que decirte que en ese esfuerzo encontrarás satisfacciones y algunas alegrías pero también mucho sufrimiento y algunos insultos de ignorantes porque los hombres somos así de complejos (no sé si dijo complejos o acomplejados) pero júrame que nunca escribirás una oda a los infiernos ni escribirás nada que sirva de elogio o alabanza a los miles de demonios que existen en el mundo. !Èchale valor a la vida y no consientas que nadie te introduzca en las tinieblas en las que yo he vivido!. Vive la vida por ti y por mi.
Después me preguntó: ¿Existe Dios?. !Te juro, roberto que no sé si Dios existe o no existe! le respondí. Entonces llama a Miguel. Miguel era un amigo sacerdote.
No volví nunca más a jugar con las calaveras de los billares del Tripucha. No volví jamás con los Larris. Me puse a trabajar nada más terminar el bachillerato y luego me esforcé en llegar a la universidad y aprendí miles de palabras en los libros de la vida humana. La Tía Juja se fue con sus cuatro hijos a otra ciudad muy lejana. Tuve la oportunidad de poder enviarle libros y dinero para ayudarla a sacar adelante a sus hijos. Ho sé que son adultos, están casados, tienen hijos y nunca tuvieron que vivir los infiernos de Roberto.
Por él, por ellos, por el recuerdo de mis padres, por mi esposa e hijas, por cualquier ser humano que tenga un hálito de esperanza pongo siempre mi pluma a su servicio. Mientras exista un gorrión sobre esta Tierra, cantaré al gorrión y cantaré a esta Tierra pese a quien pese; mientras exista cualquier humano que busque un pequeño pedazo de felicidad en esta Tierra, cantaré a ese pedazo de felificidad y cantaré a esta Tierra pese a quie pese; mientras se encuentre un solo miligramo de esperanza en medio de tantas toneladas de basura como hay en esta Tierra, cantaré a ese miligramos de esperanza y cantaré a esta Tierra pese a quien pese.
Acérrimo defensor de la plena libertad de expresión jamás violaré el derecho natural que tienen todos los humanos para hablar o escribir con el lenguaje que libremente deseen. Jamá insultaré a un ser humano sea cual sea su forma y manera de hablar o escribir. No me importa, para nada, como hable y cómo escriba cada persona. No soy ni seré jamás crítico juez de la literatura popular.
No puedo tampoco decir con absoluta convicción si Dios existe o no existe; pero cada vez estoy convenciéndome más de que puede existir alguna clase de Dios porque… ¿cómo se explica que cada vez que alguien escribe en un texto la palabra Dios (que para mí es una más de las millones de palabras de los diccionarios del mundo) saltan tantos iracundos contra ella.
No soy religioso ni me preoupa el no serlo, pero respeto profundamente y por igual tanto a quien cree en Dios como a quien se declara ateo. Tengo amigos en ambas partes. No sé tampoco si Jesús de Nazaret fue o es Hijo de Dios, pero respeto hondamente a este persoanje histórico porque, si es verdad lo que dicen de él los que creen que es Dios (yo no tengo ningún complejo en emplear esta palabra) él fue capaz de meter la mano en la basura y cantar a ese miligramo de esperanza que aún queda en esta Tierra. Por eso he tirado a la basura el libro del Gran Mago Saramago.
Desconozco cual fue el diálogo que sostuvieron Roberto y el cura Miguel y no sé si hubo confesión o no. Sólo sé, y lo recuerdo nítidamente, que el día que enterramos a Roberto yo introduje en uno de los bolsillos de su pantalón de pana, un poema que había escrito con el lenguaje de mi corazón (no me importa si fue de letras, letrinas, letrazas o letrajos ni tampoco le importaba eso a Roberto que sólo le gustaba leer para sentir).Sólo Dios (si es que existe), sólo Roberto (si es que su alma pudo leerlo de alguna manera) y sólo yo sabemos lo que quedó escrito en aquel poema que pronto se convirtió en polvo junto al polvo del cuerpo de Roberto.
Vanidad de vanidades es la fama y vanidad de vanidades es el ansia con que muchos viven hoy. ansias por construir y ansias por destruir lo construido. Yo sólo soy uno más de los millones de Pepes que existen en el mundo y me considero feliz por el hecho de ser un anónimo ciudadano que toma café y juega al mus con sus amigos. No voy absolutamente de nada por la vida porque da la casualidad de que ya llegué adonde quería y soñaba ir y ahora sólo estoy ya de vuelta. Cuando toco la guitarra no me importa cómo suenan las notas ni cómo suena mi voz. Sólo me importa cantar. Y cuando escribo no me importa en absoluto cómo escribo. Sólo me importa escribir. Y como tengo que morir al igual que todos, sólo deseo hacerlo anonimamente, junto a los seres queridos y con mi pantalón de pana puesto.
Roberto: si existes en algún lugar que yo desconozco y eres capaz, de alguna manera, de leer o sentir mis palabras (sean letras, letrinas, letrazas o letrajos, que ni tú ni yo le damos importancia a esa jerga de pirotecnia linguistica realmente tonta) sólo quiero que sepas que cumplí todos mis juramentos hechos ante tu lecho de muerte y que jamás escribí una oda a los infiernos ni nada que sirviese de alegoría o de alabanza a los miles de diablos que existne en el mundo.
Tachen mis palabras con el epíteto que quiera cada lector. Tachenlas de letras, letrillas, letrazas, letrajos o cualquier otra bobada similar. No me importa en absoluto. Es la libertad de cada ser humano y la respeto profundamente. Jamás discutiré por esos motivos. Que canten como quieran los cantantes burgueses, que canten como quieran los cantautores populares, que canten como quieran los que no se consideren ni cantantes ni cantautores, Cante y baile cad auno como quiera y como desee. Yo ya he conocido tantas ventanas con tantos climas fríos, calientes, tibios o templados, que sólo me queda por decir lo que dejó escrito Miguel de Unamuno: “!Veréis lucir tras la tormenta oscura un rayo de luz y de ventura!”.
Y ahora me voy a jugar con los del barrio un partidito de fútbol que nada tiene que ver con el Mundial. Después volveré a escribir como le de la gana a mi sano corazón y que escriban como quieran los de la Kultura, los de la Contrakultura, los de la Subkultura y los de cualquier Eskultura viviente.
Puede que esté equivocado o que me hayan engañado (todos tenemos derecho a equivocarnos o ser engañados alguna vez en la vida) pero observando las estrellas del vallecano paseo de Miguel Hernández siempre he podido interpretar que la única verdad de esta vida, muchas veces, es la poesía o que si la verdad es una completa mentira en ese caso la poesía es la mentira más piadosa que existe. Por supuesto que cada uno es libre de interpretar la poesía como le salga de las narices (para eso está la libertad). Yo alzo mi vaso de vino manchego para brindar por los pantalones de pana y las alpargatas blancas de quienes escribieron poesía mientras usaban la paleta y el cordel para construir un mundo mejor para sus hijos.
Y por supuesto, levanto mi vaso para brindar por tí, amigo Roberto Gómez, sea donde sea que esté latiendo ahora tu espíritu.
Amigo Diesel: yo soy creyente de Jesucristo aunque no pertenezco a ninguna religión porque creo que la religión es opio del pueblo. Pero te admiro y te respeto por tu respeto hacia quien luchó y sufrió por la Humanidad y a quien vapulean tanto desde dentro y desde fuera (!Cómo el Gran Dios Saramago!). Estoy segura de que aunque no lo sepas eres más cristiano (sin dar valor religioso alguno a esta palabra) que muchos que predican en su nombre y hacen verdaderas injurias a la vida de los humanos. Jesucristo admira a hombres como tú que, desde una zona neutral, no le escupes a la cara porque le respetas. Estoy segura de que estarás con él en algún espacio de la Eternidad, aunque me tachen de boba por decir cosas que parecen ingenuas. Yo no soy ingenua pero no me importaría serlo. Y te admiro por tu defensa de la Libertad.
Eres profundamente hondo y sincero y por eso estimo tu literatura. Más allá de cualquier circunstrancia somos humanos y humanas y el hecho de sentirlo así ya es de infinito valor. Un abrazo.