La panadería de mi pueblo
huele a leña,
huele a sudor,
huele a noche de silencios.
A trabajo en soledad
de ese pobre panadero
amasando con sus manos
el mejor de los alimentos.
A noche de radio encendida
como único compañero,
a dulces artesanales
elaborados con esmero.
La panadería de mi pueblo
huele a pan recién hecho
en horno antiguo de leña
con sabor a tiempo añejo.
Hola! me encantó el poema, me recuerda mucho al padre de mi amiga que es panadero en mi pueblo jeje.
¡Un saludo!
¡Cómo reconforta leer un poema sin rimas forzadas! Me gusta mucho.
Mmm Ñam Ñam, me encanta ese olor a pan. ¡Y me encanta hacer pan, aunque sea de vez en cuando!