Dejadme ir hacia atrás.
Dejadme visitar, por un día,
aunque sea sólo por un rato,
una Nochebuena de mi infancia.
Dejadme caminar una tarde,
de la mano de mi madre,
por el centro de la ciudad,
dirigiéndonos a un recado,
mientras suenan las campanas
Dejadme ir con mi padre
a dar una vuelta, encontrar
a algún amigo, charlar con él
mientras toman un vino.
Dejadme participar otra vez
de la alegre cháchara
de las mujeres en la cocina,
mientras ellas cosen
y yo revuelvo los costureros.
Dejadme vivir de nuevo
una mañana del día de Reyes,
en la casa de mis abuelos.
Muy tierno, niña.
Todos quisieramos volver al menos por unos instantes a esos momentos de felicidad de la infancia.
!!Yo también Carlota!!. !Imploro que a mi también me dejen volver a esos “paisajes”!. Mi padre y mi madre se fueron… me dijeron algo en sus despedidas pero no sé exactamente que fue!. !!Dejadme volver a ser besado y acariciado por los amores de una madre singular y dejadme tomar la mano de mi padre para caminar hacia la viña!. Carlota… yo también… yo también deseo una y mil veces, de vez en cuando, hacer recados a la tienda de ultramarinos y ver a mis abuelos sentados en la cocina… ella cosiendo… él fumando tabaco de pipa… y alrededor de ellos, el padre, la madres, yo, nosotros, el mundo… !qué nos´tálgico mundo que ya no está aquí!… !Dejádme, alas del Tiempo, dejádme de guiar tanto hacia el Futuro y permitidme vivir de nuevo aquello que nunca se fue de los adentros de mi corazón!. Carlota. Tu texto me hace casi llorar o llorar sin casi… pero… aquí estamos… con la nostalgia a flor de pie… y un futuro… y un mañana impertérrito… y un quehacer… un quehacer todavía muy exigente. Si. Caqrlota. Yo también pìdo lo mismo. !Dejadme acariciar las arboledas de mi infancia!. Un beso, Carlota.
Que bonito es el relfejo de una añoranza echando hacia atrás la vista a nuestra infancia. Tu poesía me ha hecho recordar la mía. Gracias.
Ves, Diesel, para eso es para lo que deberían los científicos construir una máquina del tiempo, pero no para ir al futuro sino para que unos cuantos, quizá muchos, pudiéramos volver a la niñez.
Ay del que no haya tenido una infancia feliz. Es un capital para toda la vida…
Besos.