Cuando sentimos ser llamados para formar parte de una noble tarea, algo “más humano” aparece. La profunda aceleración de la vida, como quien adquiere un vehiculo poderoso, no nos deja ver la bella de los pequeños actos. No nos podemos ver los unos a los otros…y, de algún modo, la Política (Una vez más en la Historia), parece ocuparse de crear el nuevo paradigma de un “híbrido inmenso llamado Comunidad Europea”.
Ha llegado el momento de elegir mensajeros que, en ese círculo artúrico, proclamen el bienestar de una Comunidad que se desborda entre los mares. Mensajeros de distinto calado, plurales, divergentes, e incluso…en ese mimetismo entre lo verde y lo menos verde.
¿Qué razón moral nos envuelve en este momento? ¿Qué debemos asociar con el hecho de pertenencia a una galaxia de banderas, himmos y vacilantes derrumbamientos de regímenes extremos?
Todo me hace pensar que la vida pertene a esa categoría de “don” inevitable que ya no es totalmente “personal”, sino que se asocia a una multitud de vida. Es la red, la amplia tela de araña que nos imbrica en una pluralidad.
No percibo un ansia necesaria por hablar de lo humano, por la búsqueda abierta de una Naturaleza que nos conserve, ni han cesado las inmorales participaciones en guerras extenuantes e injustificables.
Desconozco si los nuevos filósofos tendrán cabida en la conformación de los constructos del nuevo paradigma. La Ciencia acrecienta mis temores a perder la conciencia de la muerte en beneficio de una larga permanencia entre sustancias.
Sea como sea, Jung decía, que en cada estructura habiota un Alma. Quizá estamos asistiendo al nacimiento de una entidad profundamente anclada en la Naturaleza de lo Desconocido.