Paul se arrniconó cuanto más pudo tras uno de los cubos de basura. El silencio esra espesamente fantasmal. Sus músculos estaban tensos. Oyó un ruido. Algo se movía entre sus pies. Era una rata gris que levantó el hocisco, olisqueó el aire y salío como disparada por un resorte. Volvió el silencio al callejón. Paul tensó todos sus sentidos. De pronto volvió a escuchar los ligeros pasos. Alguien estaba allí…
Volvió a recordar el cuerpo del taxista asesinado, aquel que había resultado no ser el padre de Bianca. La recordó momentáneamente mientras aún rememoraba en su interior esa oculta verdad que no había contado todavía a nadie. Nuevamente los pasos. El silencio era sobrecogedor. Se agachó aún más. Todo lo que pudo hacer con su alta fisonomía corporal. La luz brillaba al otro extremo de la calle. Sacó el cuchillo y contuvo la respiración…