Jasón y las bellotas

La historia de los héroes griegos de la Antigüedad, está llena de hazañas portentosas que han servido de inspiración para grandes escritores de todas las épocas posteriores. He aquí una de ellas que hoy, Día de Halloween en España, se me ocurre escribir:

Pues resulta, amigos y amigas de lectura y escritura, que Teófane era una jovencita muy hermosa. Tan hermosa que había conquistado el corazón de Jasón y todos sus Argonautas. Despertó el amor en todos ellos y, como eran demasiados, decidieron que el que la conquistara fuera el que más precioso regalo fuese capaz de alcanzar para ella; teniendo en cuenta que se hallaban en una de las islas de las Simplégades, dominio absoluto del dios Poseidón, en donde se encontraban una gran cantidad de tesoros escondidos. A la búsqueda de éstos tesoros, ante los celos y la envidia de Ino, Hera, Atenea y la mismísima Atalanta, ésta última perdidamente enamorada de Teófane…

En la lucha por conquistar a la hermosa Téofane, además de la citada Atalanta, participaban Peleo (siempre tan peleón), Telamón (siempre tan adinerado), Quirón (siempre tan quisquilloso), Hércules (siempre tan violento), los gemelos Cástor y Pólux (siempre tan oscuros que se les llamaba los Dióscuros), Idas (siempre tan correveidile) y Linceo (siempre tan astuto). Estaban también Zetes (siempre tan zafio), Cálais (siempre tan callado) los anónimos hijos de Bóreas (siempre tan traidores) y Orfeo (un músico que era capaz de competir con Apolo en esto del cantar) más, por supuesto, el noble Jasón (siempre tan aventurero).

Todos la deseaban con ardiente pasión (de manera especial la citada Atalanta siempre tan adelantada en saberes) y todos buscaban con afán el mejor de los regalos para conquistarla…

A última hora se apuntaron a la aventura de conquistar a la jovencísima y cada vez más bella Teófane, Ascálafo (un advenedizo hijo de Ares), Esquión (otro advenedizo hijo de Hermes), Idmón (asimismo un adevenedizo hijo de Apolo), Ífito (insignificante hermanastro del rey Euristeo de Tirinto) y Meleagro (siempre tan intrigante y tan chismoso que había sido nombrado héroe del caleidoscopio, pues se sabía de memoria todos los dimes y diretes, murmuraciones y maledicencias de toda la Cólquide).

Así que, completa toda la nómina de aspirantes masculinos más la lesbiana Atalanta, dedicidieron que, tras una semana de búsqueda por separado, se reunieran de nuevo en la nave “Argos” y volverían a la capital de Tracia, para presentar los tesoros encontrados a la bellísima Teófane que era, además, la princesa predilecta del rey de aquella región, cuyo palacio estaba escondido en un bosque sagrado. Sólo podían entrar a dicho bosque en aquella ocasíón y sólo se quedaría allí quien la bellísima y joven Teófane eligiese como esposo.

Pasaron todos ellos, por separados, una semana en aquella paradísiaca isla buscando y encontrando, preciosos objetos de oro, de plata y de cobre. Todos llevaban un enorme saco que iban llenando de objetos y piedras preciosas: diamantes, zafiros, amatistas…

Pero sucedió que Jasón tuvo tan mala suerte que cayó hechizado por los poderes hipnóticos de la maga Medea y estuvo los siete días sólo pensando en ésta. Hasta que llegado el día final de aquella semana recordó, repentinamente, a su amada Teófane y, tremendamente acuciado por la necesidad de llevarle su ofrenda, buscó afanosamente por la isla objetos valiosos y joyas preciosas. Inútil esfuezo, pues todo lo que había allí de valor ya lo tenían guardados en sus sacos todos sus rivales (incluida la tan citada Atalanta, tan bruja como marrullera)y sólo quedaba, ante su vista, un viejo árbol de bellotas. Así que, ni corto ni perezoso, recogió todas las bellotas del árbol y llenó con ellas su saco.

Guardando un mutismo silencio sobre sus presentes y regalos escondidos en sus sacos, todos volvieron, silenciosos y callados, a la Cólquide. Nadie contaba a nadie lo que su saco contenía. Jasón sabía que el contenido de su saco iba a ser despreciado por la hermosa Teófane… pero en el fondo de su corazón latía una pequeña esperanza; pues sabía de la dulzura de carácter de ella… y que no lo mandaría matar por osar regalarle un saco lleno de bellotas. Eso era, al menos, lo que él pensaba…

Conquistarla le era imposible (y más cuando ella se enterase de que había estado admirando seis meses a la maga Medea) pero sólo se contentaría con lograr arrancar una sonrisa a su hermosa amada… tan sólo una leve sonrisa… antes de que el padre de ella (el feroz rey de aquello paradisíaco lugar) lo mandase a devorar por los perros.

Y llegó el día tan señalado. Todos estaban (incluida la lesbiana Atalanta) sonrientes y creídos. Cada uno de ellos estaba convencido de ser el que elegiría la bellísima y joven Teófane como esposo. Solo Jasón se encontraba meditabundo y afligido. Seguro que el padre de Teófane lo mandaría degollar pero moriría a gusto con sólo ver sonreir a su amada aunque sólo fuese por un par de segundos. Merecía la pena morir degollado o devorado por los perros a cambio ver a aquel lindo rostro sonreir. Podía fácilmente despertar todo lo contrario en ella cuando enseñase su saco lleno de bellotas (la ira) pero pensó lo siguiente “quien no se esfuerza en hacer el ridículo no merece la pena su amor”.

Todos y cada uno de los ambiciosos personajes fueron abriendo, por turno, sus sacos (incluida la tan nombrada Atalanta) y cada vez era mayor el aburrimiento de la princesa. !Resulta que le estaban ofreciendo tesoros a los cuales ella misma despreciaba por tener ya abundancia de ellos!. El último de la fila (ante la feroz presencia del rey y el mortal aburrimiento de la bellísima Teófane) era Jasón quien, ante la vista de aquello, por primera vez en su vida conoció lo que era el temor.

Completamente nervioso y temiendo la peor de las muertes, vació su saco de bellotas. Se produjo un intenso silencio. La cara del rey empalideció de ira… mas… !de repente!… la bellísima princesa soltó una enorme carcajada…

El rey entonces decidió que Jasón sería el único que haría feliz a su bellísima hija, pues resultó ser que la amaba de verdad. Y decidió que Jasón sería elegido como esposo de Teófane, la cual se levantó de su trono y se enlazó en un profundo beso con él. Todos los demás (incluída la bruja Atalanta) fueron inmediatamente expulsados del reino y abandonaron aquel bosque encantado para no volver jamás.

Esta es la historia que sucedió en un día tal como hoy; cuando se celebra, en España, la fiesta de Halloween. Y es que Jasón resultó ser el único que era verdaderamente una persona ante tan alto número de ambiciosos héroes y heroínas.

2 comentarios sobre “Jasón y las bellotas”

  1. El miedo da porque todos ambicionan el amor, aunque esas dos palabras nunca deberían ir unidas. Claro que no es lo mismo el amor que la atracción de tal belleza. ¡Pobre Jasón! Quizá si no hubiese sido tan vago habría sido expulsado de igual manera que los demás.
    Me pareció sencilla aunque muy original y bonita tu historia. Esa retahíla de paréntesis que haces para explicar las cualidades de cada uno recuerda mucho a los (en ocasiones pesados) epitetos griegos de Homero, como Atenea, la de ojos de lechuza, y por el estilo. Un saludillo, Diesel.

  2. Saludos Ismael. Jamás podremos revolucionar nada en este mundo si no sabemos sonrerír e incluso soltar una carcajada de vez en cuando… por eso Jasón batió a los avaros adversarios y a la bruja Atalanta…

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