Lo oigo a través de las ondas de la noche. es el jazz tocado desde los tejados del viejo barrio bohemio. Lo oigo y comienzo a escribir sin mirar a ningún lado. Mi pluma garabatea las paredes y sale a la calle y escribe graffitis en los muros pálidos bajo la Luna. Es el jazz de los tejados.
Jazz
Se avergüenzan mis piernas al oírte maullar
con esa voz dorada de luna que juega ondulada, muy seria,
y se detiene, y calla, y vuelve a volar.
Por el aire, entre el humo, hasta el fondo, bien arriba,
enredos como belleza que muerde y besa
heridas sedientas de melancolía de bar.
Hoy robo tu flema, saliva discreta
que se refugia en un subsuelo, desviste mi cuerpo
y baja mi falda de niña inexperta con trenzas,
ortodoncia y fulminante ebriedad.
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