Le llaman JB pero en realidad es Julián Boina. Julián Boina tiene una cabeza apepinada y diminuta, con dos pómulos hundidos y un bigotillo que parce una “hilera de hormigas”. La nariz, tombada hacia abajo, casi toca su labio superior. Las orejas, grandes en su estado normal, parecen dos molinillos cuando JB se enfurece tras haberse emborrachado en los puticlubs de Cuenca. Y es que Julián Boina se enorgullece creyéndose un verdadero “donjuan”. Patético. Patético de verdad este Julián Boina.
Julián Boina es tan escaso de pelo que cubre siempre su cabeza con un sombrero de paja cuando olvida su boina en alguno de los lupanares en los que bebe continuamente cerveza tras cerveza hasta coger sus famosas cogorzas. Con unas piernas tan flacas que parecen varillas JB se enorgullece de tener las mejores varillas de tomates de toda la comarca.
¿Y qué dicen ahora sus vecinos de aldea?. Sus vecinos de aldea le han dado la espalda después de haberle visto insultar gravemente al inocente Tio Cruz y golpear violentamente a las mujeres. Estas son las payasadas de JB quien, tras haber comido cucarachas vivas (por apuestas cometidas en pleno estado de embriaguez), tiene el duodeno destrozado por culpa de una úlcera a la que combate con bicarbonato tras bicarbonato. Pero los dólores de estómago no desaparecen… mientras ahora vive sus últimos años en las playas alicantinas sobándose los sobacos y haciendo muecas y gestos de mono por ver si cae alguna mozuela mientras sus diminutos ojillos se vuelven faros de concupiscencia… Patético. Verdaderamente patético.
Total: un payaso sin gracia este Julián Boina en el amplio mundo de los payasos. Al menos el viejo “Cantalejo” hacía llorar. Y es que JB es tan patético que sólo levanta lástima (lo cual es lo peor que le puede suceder a un payaso).