Julio estaba en la oficina sin hacer nada, estaba como esperando algo o a alguien.
La joven entró en aquella estancia llena de archivos, bajo el brazo una carpeta con documentos y además atendiendo un teléfono inhalambrico.
Julio estaba siendo desatendido, lo miraban con frialdad y cierta indiferencia. De vez en cuando lo señalaban… con el dedo.
Al otro lado de la pared de papel, estaba viviendo Agosto, siempre de vacaciones, con el tiempo a su favor, pudiendo hacer sus cosas con tranquilidad y sin prisas.
Con esta situación tan injusta, Julio se mostraba indignado; él necesitaba que aquellas personas de la oficina descubriesen el sentido auténtico de una frase muy utilizada allí: “Tiempo al tiempo.” El también queria calma y sosiego, tenia derecho.
En realidad, Julio no consiguió que la chica de la oficina comprendiera que él vivia bajo presión y stressado, que necesitaba tiempo,y tranquilidad. Ya no soportaba tanta esclavitud de horarios a contrareloj.
Una mañana sucedió algo repentino. La joven secretaria no acudió a la oficina, durante mucho tiempo todo quedó a oscuras. Tras este periodo volvió la luz y el ajetreo… La chica hablaba por telefono algo así como de unas vacaciones…
Julio habia quedado atrapado en un lugar al que por allí llamaban Calendario. Quedó colgado y aburrido…¡Julio lloraba, nunca supo que era aquello de Vacaciones!
Un relato muy original, gracias por compartirlo.
Un abrazo