En último término la balanza de la Justicia termina por dar la razón, o negarla, a una multitud de seres hambrientos de ser nadie. Asistimos al acto de una hoguera de vanidades, donde todos formamos parte de algún personaje del guión social. Los profesores de Instituto se sienten, ante la aplicación de la justa medida de sus obligaciones, con temor, con miedo…La adolescencia, o la pubertad acrecentada, suscita el inquietante espectáculo de una Justicia aplicada según sus cánones. En esa etapa de la vida, donde todo intento de pelear es válido por alcanzar el ser, se expand por caminos y sendas sinuosas. Todo vale, pero nada importa. el adulto, que educa, que debe educar…que es un valioso referente para establecer una conexión con la sabiduría, declina, como el árbol en otoño.
Habrá de crearse nuevos términos de Justicia. Habrá de inventarse la justa medida.