El sol resplandecía sobre su cabeza e iluminaba sus cabellos como si fuera un dios. Íkaro habitaba en un sueño que vivía dormído y soñaba despierto. Su silencio se acusaba más y más porque su deseo no le abandonaba nunca. Desde la ventana miraba el mar, contaba sus olas, se mecía en el viento cambiante de las horas. Todo lo demás era el decorado de su monotonía, la ausencia de estímulo, la necesidad de ser algomo más que un ser humano.
Un comentario sobre “Krónikas de Íkaro: la búsqueda”
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Posiblemente Íkaro buscaba ser esencia verdadera y no mito. Estoy seguro de que él era la fantasía convertida en sueño. Su búsqueda sigue siendo perpetua consonancia y tu texto me gusta por eso.