La amistad de siempre

Antes estábamos a la moda. Claro. Comíamos caramelos de colores, yummies, inflábamos globos, recortábamos figuritas, coleccionábamos cosas. Después se nos dio por creer. Es decir tuvimos ese tiempo en que creíamos creer en todo. Todo era genial. Como que el mundo seria un lugar feliz, donde reinaría la paz el respeto y la tolerancia, donde la miseria del ser humano no tendría cabida porque seriamos todos igualmente solidarios. Un mundo benefactor, como un estado protegido. Nos cuidábamos mucho y nos cuidaban. Éramos chicos si. Teníamos sonrisas y muñecas y hojitas perfumadas, y el cuarto con paredes pintadas de rosado o celeste. Teníamos la merienda pronta cuando llegábamos de la escuela, y la tele esperándonos, seguro que con amigovios o chiquititas, para después sentarnos a hacer los deberes.

Nos encantaba quedarnos a dormir en la casa de una amiga, porque era más divertido y el cuarto tenía mas juguetes y los padres seguro eran mas buenos porque nos dejaban dormir tarde. El tiempo casi no pasaba, cuando ahora nos damos cuenta de lo rápido que pasó. Por eso no importa si guardas un recuerdo o dos o tres con aquellas personas y aquellas cosas que te hicieron feliz, no importa el recuerdo en si ni siquiera tiene importancia si fue del todo real, solo basta con que de algún modo lo recuerdes y tengas en cuenta que ese pedazo de pasado constituye también lo que sos en el presente, lo que sos hoy, ahora, en este momento, y aquellas caritas, aquellas manos, aquellos ojos, esos delantales de colores y los recreos y las bicis; y un poco después el parque y los primeros cigarros y los primeros amores también pincelan tu historia. Si, porque eras así, estoy segura que te conozco, fuiste así y muchos te quisimos así, con ese amor tan desmedido, abusivo y trágico que tiene a veces la amistad en la adolescencia, con ternura, que es luego necesidad y nostalgia. Después se nos dio por crecer. Y agarrate, porque empiezan los problemas. Un poco mas, otro poco. Un talle más, un kilo más, un grano más, un problema más y miles de enredos, confusiones y días que terminaban en el fin del mundo. Noches que pasaste sola, solo, que quisiste volver, y hacer de ese tiempo pasado una extensión del presente que no entendías porque creías que estaba todo mal, porque creías que era todo negro, porque estabas creciendo. Y mientras seguís creciendo seguís pensando que antes era todo tan diferente. Y puede ser que tengas razón, pero te cuesta darte cuenta que quien esta diferente ahora sos vos. Claro, porque ya no dormís abrazada a un oso de peluche, ni dejas la puerta del pasillo prendida, ni cerrás la puerta del ropero porque pueden salir fantasmas ni das vuelta los espejos porque seguro una sombra extraña aparece. Por ahí tenes la posibilidad de dormir abrazada a algo que no sea winnie pooh, pero es obvio que ronca o se mueve mucho, claro, y aparte vos no estas del todo dispuesta a tolerar. Pero mira que, te cuento algo; mira que no sos tan grande como pensas, ni podes con todo como te gustaría ni sos tan independiente como soñas ni vivís en el país del yo-ya-soy-re-grande-y-puedo-solo. Lamento decirte que no. Que no vas a hacerte pis y volver a usar pañales, eso no; pero si muchos pañuelitos descartables vas a mojar con millones de lágrimas que van a ser de tristeza y de bronca, de locura, de miedo, de ansiedad, de angustia y de desengaño, de pasión y de alegría, de amor, de desamor y de felicidad. Y vas a llorar hasta no poder mas, te lo juro, hasta que te duela la cabeza, la cara, los ojos, el cuerpo, y después vas a estar bien, porque todo pasa, y sabes que, vas a crecer y vas a aprender mucho, porque cuando eras chiquito y no te salía bien un dibujo lo hacias un rollito y lo tirabas a la basura enojado con vos mismo y con la maestra y con aquel nene que se sentaba al lado tuyo en la mesita, ahora vas a enrollar muchos papeles seguro, de cartas que no te animas a enviar o mails que vas a cancelar o mensajes de texto que proferís evitar. ¿Me preguntaste por qué? Seguro sabés la respuesta: Porque ahora sos grande, ¿no? Y capaz no queda bien andar exponiéndote frente al mundo, porque hay muchos ojos a tu alrededor que te evalúan, te critican, te juzgan y si pueden te serruchan el piso; ¿es eso no? Imaginate si no les llegas a gustar y te quedas absolutamente perdido en este mundo cruel? Sería muy feo, un horror, sobre todo si te dejas conocer un poco y ven que por lo general te levantas de mal humor y prendes la luz del cuarto porque te molesta ver al sol luciéndose ahí, tan cerquita tuyo, sobre tu ventana, y te cepillas los dientes mientras el espejo te devuelve la imagen de alguien que ya no juega con barbies sino que intenta jugárselas en otros sentidos de la vida; y ahí empezás: pero no puedo, pero no me sale, pero no se como, porque siempre hay un no puedo, un no tengo que hacerlo yo, un esperar al otro, un evadir, escapar, esconder, evitar, porque nos cuesta expresar que a veces nosotros también sentimos la necesidad de expresarnos. Si, aunque seamos grandes y maduros y perfectos y educados. Aunque tengamos los ojos abiertos para estar alerta. Aunque sepamos conducir y llegar tarde a casa. Aunque la vida ya no tenga frenos. Seremos en el corazón, aquellas que soñábamos con ser amigas para siempre.

2 comentarios sobre “La amistad de siempre”

  1. Es bonito hacerle un repaso al pasado, sobre todo si sigues manteniendo la amistad con aquella amiga con la que jugabas a las muñecas, has echo un relato de tu infancia y adolescencia lleno de pasión y sentires un besazo amiga

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