La creciente luz.

Armónicamente, como si fuera una estrella. Va llevando la luz a donde pasa. Dejando estelas de luz a cada pueblo que va, seca los ríos de la rabia a su alrededor y llena de luz los ríos de bondad y compasión. Nos enseña a quitar el hambre de amor llenándolo con mucha paz en nuestro interior. Esa luz risueña, esa luz de la esperanza, esa luz que en algún lugar alumbra el corazón de los que luchan día a día con el vaivén de la vida. Aquellos que se sienten sin esperanzas, aquellos que perdieron las ganas de luchar, solo oigan esa luz que habla dentro de sus corazones, esa que dice no te rindas, esa que te impulsa hacia delante en el momento justo antes de caer. No seamos descuidados y tampoco olvidemos a los desamparados. No olvidemos de donde venimos y tampoco hagamos a un lado a la familia con la que crecimos. A esa luz creciente que nos enseña el camino a la grandeza poniendo un sendero, en el cual solo se camina con un poco de bondad y paciencia.

El árbol alcanza su grandeza solo si hay agua en sus raíces
Y luz en sus alrededores.

Recordemos: dar estabilidad a nuestra familia y rodearnos de personas que permitan impulsar nuestras metas.

El hombre bueno reconoce sus errores, el hombre malo busca una excusa para evadir la culpa.

Recordemos: admitir nuestras fallas para poder caminar en paz.

Todo lo bueno vuelve y lo malo también.

Recordemos: solo dar lo bueno de nosotros para recibir de regreso cosas buenas.

No esperes la luz por que no vendrá, búscala en tu corazón hay estará.

Y por ultimo; no esperes que el sendero se ilumine para ti busca tu mismo la forma de alumbrar tus pasos hacia la luz.

Un comentario sobre “La creciente luz.”

  1. Perfecto Rodríguez. Leyendo tu texto me haces recordar a mi viejo profesor Don Florencio cuando me decía “piensa diez veces antes de hablar” y se nota que tú has pensado diez veces antes de escribir. Por eso te apludo. Un gran texto bajo mi particular punto de vista.

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