Quién no halló calma en los ojos que le hicieron ver, que había un pedacito de cielo en el que todavía las almas, se entremezclarían con los aromas y los colores, que solo el corazón en busca de paz sabía que de existir deberían de hacerlo en otro mundo.
Y a otro mundo, al que sin querer pertenecer, permaneció anclado un ser entregado simplemente por amor. No queriendo ver, ni conocer, que la delgada línea que todo lo separa, fue cruzada al encontrar la estrella que tanto anhelaba.
La luz que guiaba entre risas y días que pasaban, deshicieron el velo que cubría el cuerpo, sin apenas saber que la decisión del paso ya fue dada. Cruzar la delgada línea entre el sentir cómo sobrevivir y el sentirse vivo. Atrás quedarían pena y dolor sentido, envolviéndose con el nuevo día bajo un sol que siempre sale, que con un rayo de su luz es capaz de hacer sentir vivo a quien vuelve la cabeza y ve todo lo que quedó atrás.
De poder tocar el cielo con mis manos… lo haría si pudiera, para hacerte saber de cuánto mi alegría y mi orgullo, de cuánto esperaba volver a verte reír, tu risa casi desaparecida.
Le contaría al mundo de tu valor y tu paciencia, de tu saber entre tanto tiempo que tan sabia te hizo y colmó de gloria tu belleza, al aparecer el valor en tus ojos que de tanta tristeza reflejaban la pena del alma. Pena que arrancaría de cuajo para infringir por cien veces cien a quien tanto te deshizo. Cuando yo era quien te miraba y la rabia me corroía por dentro, sin poder mover un dedo, revolviéndoseme las entrañas por saber cómo tantas lágrimas se deslizaron por tus ojos hasta encontrar consuelo cuando tus manos las recogían. Ahora, sonríes, cuando miras, cuando abrazas sin tocar, cuando hablas sin pronunciar palabras, cuando sueñas al meterte en tu cama y los sueños juegan contigo de nuevo. Porque ellos han vuelto… tus sueños, a los que dejaste en un rinconcito casi olvidados. Y ellos bien pacientes esperando a que volvieras a ver la luz en este camino en el que la vida nos colocó, para volver a echar mano de todos y cada uno de ellos, siempre estuvieron dispuestos para ti. Sueña princesa, él sabe.
El también te busca y el encontraros, créeme, tan sólo es cuestión de cruzar esa delgada línea que todo lo separa.
Un comentario sobre “LA DELGADA LINEA QUE TODO LO SEPARA”
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!Y cuántas delgadas líneas pasamos y repasamos diariamente por nuestro loco acontecer de poesía invisible, Gala!. Un abrazo.