LA GUERRA DE LA TRISTEZA

Aquella mañana, no se trataba de una mañana normal, todas las pequeñas cosas cotidianas eran distintas, no se oía, ni el susurro de las hojas, ni el canto del gallo, ni siquiera se apreciaba el silbido del viento, los gorgoritos de las avecillas, el silencio resultaba estremecedor y la luz, la luz no parecía de este mundo, según clareaba el día se iba haciendo mas increíble esa luz esa tétrica luz, gris como de plomo, no no eran alucinaciones mías el aire era mas pesado que de costumbre y su color y peso recordaban al plomo a un plomo que te impide respirar, ni mucho menos caminar,, las zapatillas parecían pesar una tonelada y cada paso se hacia cada vez mas y maS costoso, las personas se dejaban arrastrar perezosamente, algol terrible iba a suceder y esto aunque no se dialogara estaba en la mente de todos los viandantes, es miedo se respiraba y la maldad se olía,

creciendo su hedor según se iba levantando el sol los viandantes como autómatas evitaban mirarse, se respiraba miedo en el ambiente, a mi todo esto me recordaba a un 23 de febrero de un año del cual no me quiero acordar, daba clases de diseño en una academia a tres minutos de las cortes, nunca olvidare esas miradas perdidas con pánico en el iris el ojo que tenían todos los ocupantes del autobús, todos se esquivaran como si por un simple roce, fuera a estallar una bomba y esas caras sombrías con miradas ausentes entonces también se olía el miedo, no teníamos apenas noticias de lo que había acontecido sin embargo todos sabíamos que estábamos corriendo un grave peligro.
De pronto decidí cambiar la situación, era evidente que el miedo y la maldad se estaban apoderando del autobús y esto no se debía consentir.Así que:
Por favor Sres.viajeros lo que les voy a comunicar resulta de una relevancia increíble, por lo que les pedirían desconecten sus teléfonos móviles y préstenme la mayor atención y sobre todo no me interrumpan hasta que no llegue al final de mi exposición.
Todos sabemos que algo anormal se esta apoderando de la ciudad por lo tanto:
Con una seriedad increíble les conté uno de mis mejores chistes, a mas de uno se le quedó la boca abierta, pero todos tenían los ojos desorbitados y por supuesto ninguno se rió, y si no es suficiente toda serie les dije; si esto no es suficiente comienzo con los de vascos y catalanes, de pronto un niño comenzó a reír con una risa nerviosa pero muy contagiosa en cuestión de segundos todo el autobús reia sin parar por lo ridícula de la situación y de pronto se oyó los gorgoritos de unos pajarillos y el silbato de la urraca, hasta el gallo con muchísimo retraso nos deleito con su kikiriki, y el sol se habría camino entre tanta nube plomiza, deshaciéndolas y mostrándonos toda su alegría y esplendor, todos los viajeros dialogaban sobre lo sucedido y de cómo habian cambiado las cosas con tan solo unas carcajadas y lo mas importante ya no olía a miedo al contrario, todo eran sonrisas y parabienes, una sensación de paz y plenitud inundó la plataforma del autobús, y el conductor nos resulto ser un excelente contador de chistes.
¿Qué había ocurrido?, no creo que tenga una explicación lógica pero lo que si es cierto es:que algo terrible se cernía sobre nuestras cabezas y fuimos capaces de pararlo, porque cada viajero a su vez transmitía energía positiva a toda persona que se cruzara en su camino y así el número creció a una velocidad vertiginosa, tragándose por inercia cualquier mal augurio que se estuviera preparando, como colofón final ese fin de semana toco el gordo de la lotería que además estaba muy repartida, no hay nada como la risa para derrotar a Satanás.

4 comentarios sobre “LA GUERRA DE LA TRISTEZA”

  1. Si supiéramos la fuerza que tiene esa energía positiva de la que hablas cuando es compartida por un grupo, la practicaríamos muy a menudo.

    Igualmente, si supiéramos cómo le hacemos el trabajo al demonio, el gran separador, dejándonos ganar por lo negativo que sentimos hacia otras personas, no caeríamos en ese error con tanta frecuencia.

    Bravo por tu texto, Alexis. Un beso.

  2. Ojála las cosas fueran tan simples para reafirmar el miedo que tenemos todos de cualquier cosa ajena que nos rodea, miedo a veces fundado por tímidez y otras por experiencias anteriores. Sabes no todo el mundo contiene energia positiva, y no por que la odian sino por que no la conocen, y en ese punto la educación esta muy atrasada…
    Me recuerda tu anécdota a un libro que me leí este verano sobre la vida docente de Frank Mcourt, una especie de autobiografia en la que cuenta su manera particular de tratar con sus clases. Te lo recomiendo, y más sabiendo que tú tambien eres profesor.

  3. Efectivamente Alexis. No hay nada mejor para espantar a los diablos que acechan en las sombras que proyecta el sol que la risa abierta y desbaratada. !Cómo haces cambiar el ritmo de la trama de tu relato y transformas la atmósfera del mismo por el sólo hecho de esquivar esas sombras con la risa de unos chistes sin remedio!. Y es que el remedio de este mundo debe ser la alegría… porque la necesitamos. Abrazos, Alexis.

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