La morenita de Quito (para mi esposa Lina)

La morenita de Quito
¡ay Dios, qué bonita es ella!.
¡Con ese cabello fino,
con esa su piel trigueña,
con esos ojazos dulces
y sus labios color de fresa…
y esas líneas graciosas
de su juventud espléndida;
la morenita de Quito
¡ay Dios, qué bonita es ella!.

Tiene un nombre precioso
esta muñeca quiteña.
Y su cuerpo está formado
por claveles y azucenas.

Tiene cisnes en sus ojos
y también tiene estrellas.
Ella se llama Liliana
y es mi muñequita quiteña.

Aquellas tardes… ¡Dios mío,
siempre serán eternas!.
Por los bares de Madrid
sentada estuvo a mi vera
y en la ciudad de Cuenca
sobre la verde pradera.

Marchaba el sol a su ocaso
saltando de cresta en cresta;
revoloteaban las alondras
y cantaba una oropéndola
en la cima de aquel monte
que nos daba sombra fresca.

La sangre, alocadamente,
galopaba por mis venas
cuando en mi brazo sentí
el calor del brazo de ella
y la fruta de su boca
veía de mí tan cerca.

Me la quedé para siempre
a mi muñeca quiteña…
y si otra vez yo viviese
me quedaría con ella
pues yo sé bien lo que hice
por ser tan sencilla y buena.

4 comentarios sobre “La morenita de Quito (para mi esposa Lina)”

  1. Me la quedé para siempre
    a mi muñeca quiteña…que maravilloso canto de amor celebrante,cariños para vos y para tu muñeca quiteña, escribo sonriendo, me ha encantado.

  2. no se que es quito pero me intranquiliza pensar en monte en selva en mangle en jaguar desde el lugar donde nacieron los mexicas acolhuas donde se recogen en cada esquina vestigios de ancestros te mando saludos

  3. Hola Victor. Te contesto con un breve y espontáneo pensamiento que me saco de un punto cero a lo Vorem: “Quito es mi lugar de amor sin tener que pagar precio alguno por ello”. Ya está contestada tu pregunta. En cuanto al texto es sólo un poema de amor nada más… pero verdadero, sentido y cierto.

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