La noche de La Salceda

Anoche viví un sueño real. Era cierto lo que decía Calderón de la Barca. Anoche, día 24 de agosto de 2009, estuve acompañando a los romeros, las romeras y los romerillos (niños y niñas) de la Virgen de La Salceda, patrona de Las Torres de Cotillas (Murcia). La noche era fresca, no soplaba el viento de la maldad y las farolas que alumbraban a la estatua de la Virgen daban un especial resplandor al anochecer. Era un sueño. Pero un sueño real.

Y mientras me sumé a la romería, me acordé, ligeramente de aquella antigua Marcha a Torrejón de Ardoz… y de aquella ya lejana romería a Cantabria (con mi amigo Luis) de la cual tengo muchas anécdotas pero sólo citaré una: que allí conocí por primera vez al piloto español de rallys (dos veces campeón mundial) Carlos Sáinz de Madrid. Por cierto, también corrió aquel rally un hermano de Carlos de cuyo nombre no me acuerdo porque abandonó muy poco después las carreras de rallys.

Pero volvamos a Las Torres. Todos los participantes en la romería tenián sus propias historias alegres, tristes, emotivas, dolorosas o felices. Cada uno de ellos y ellas era una historia y todos juntos escribimos una página inolvidable que recojo en este mi diario. Yo ví como una mujer con el tobillo roto caminaba sin cansancio alguno, y vi a una niña con el síndrome de Dawn buscando el milagro. Ví otras muchas cosas… como por ejemplo la sonrisa en la faz de las gentes buenas y sencillas de Las Torres de Cotillas y la falta de avaricia y de soberbia. Allí sólo había sencillez, humildad y también buen humor a pesar de los dolores que cada uno de nosotros y nosotras llevaban dentro.

El caso es que ocurrió el milagro de los peces y los panes… sólo que esta vez fue en forma de buñuelos de viento, botellines de agua y chocolate. Efectivamente. Vi varios milagros más de Jesucristo. Lo demás sólo lo dejaré en silencio… porque como dijo Jesucristo:”Cuántas sorpresas se van a ver el día del Juicio Final y No juzguéis a nadie porque eso sólo lo hará mi Padre!”.

Y vi a Jesucristo sonreir una vez más a través del Espíritu Santo.

Podría seguir escribiendo horas y horas en mi humilde diario pero sólo os dejo esta corta narración para que podáis pensar despacio y sin ninguna clase de prejuicios. Y que cada cual crea lo que desee creer…

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