José Uribe Del Real comenzó a bajar a los oscuros pasadizos de las celdas. A mitad del trayecto se paró en uno de los peldaños y su memoria comenzó a funcionar recordando frases célebres sobre la valentía: “Todo los triunfos nacen cuando nos atrevemos a comenzar”, de Eugene Ware; “Para crecer hay que renunciar temporalmente a la seguridad”, de Gail Sheehy; “El mundo siempre determinará tu valía por lo que realizas”, de un Anónimo; “Haz que las contrariedades te alienten y los obstáculos te engrandecerán”, de otro Anónimo; “El valor perfecto consiste en hacer, sin testigos, lo que seríamos capaces de hacer delante de todo el mundo”, de Francis de la Rochefoucauld; “No nos atrevemos a muchas cosas porque son difíciles, pero son difíciles porque no nos atrevemos a hacerlas”, de Lucio Anneo Séneca;
“Los cobardes agonizan muchas veces antes de morir… Los valientes ni se enteran de su muerte”, de Julio César; “Sólo el que vive de rodillas ve gigantes a sus enemigos”, de Pedro César; “Quien todo sabe sufrir; a todo puede atreverse” (del Marqués de Veauvenargues) y “La única posibilidad de descubrir los límites de lo posible es aventurarnos un poco más de ellos, hacia lo imposible”, de Arthur Clarke,
Todos estos pensamientos fortalecieron definitivamente su estado de ánimo y pensó en su amigo Arthur y en Don Armando. ¿Qué estarían haciendo en aquellos mismos instantes?. Pensó en la asquerosidad de Manésh, Vadat, Emilianov y los humanoides masculinos y femeninos y razonó, hablando para sí mismo, como razonaría Don Quijote hablando con Sancho Panza: “A los que nada tienen nada debe reprochárseles, amigo Sancho, pero !ay de aquellos que, en teniéndolo todo, actúan como cerdos”. Y siguió bajando las escaleras mientras encendía su superlinterna.
Por su parte, Don Armando estaba comunicando con Arthur Andersen y dándole a conocer, con toda clase de detalles, lo que habían descubierto él y José.
– !Excelente labor, señor Álvarez!. !Excelente labor!. !Inmediatamente seguiremos actuando sin perder segundo alguno!. !Ahora dígame dónde está Paúl!.
– Paúl se ha ido hacia lo que lo que él cree que va a encontrar.
– ¿Qué cree que va a encontrar Paúl y hacia dónde ha ido?.
– Él cree que existe un subterráneo oculto en este viejo y ruinoso caserón y en su búsqueda ha ido porque cree que allí está Bianca…
– ¿Cómo le ha dejado hacer tal barbaridad?.
– No existe fuerza humana que le detenga. Hice todo lo posible para acompañarle… pero él se negó rotundamente…
– !Pues ha echo usted muy bien en no acompañarle!. Escuche. Los de la Interpol ya hemos interceptado la documentación exacta de los humanoides que habían sido creados, hasta ahora, por el loco de Kawus Vadat.
– !Y ya están todos eliminados!… ¿No es cierto?.
– !No es cierto!. !Por eso le digo que lo que ha hecho Paúl es una verdadera temeridad!.
– ¿Qué me está usted diciendo?. !Bajo inmediatamente a buscarle!.
– !!No haga eso!!. !!Ni se le ocurra!!.
– Entonces… ¿qué hago?.
– ¿Qué le dijo él que hiciese usted?.
– Que me fuese a mi casa, me tomase un buen coñac y me fuese a la cama a dormir.
– !!Pues haga lo que le ha dicho!!. !Paúl está metido en una verdadera ratonera!. !Ha ido hacia una trampa mortal!. !Ningún ser humano podría superar las pruebas que le esperan. Es cierto que existe un subterráneo en el Salón Tesauro pero no tenemos ninguna clase de indicio que nos haga creer que Bianca está allí. Es más, no sólo Bianca no está allí sino que quizás esté muerta. !Nadie nos da ninguna pista sobre ella!.
– !No lo sabía!. Insisto en que debo bajar a ayudarle a salir de allí.
– !!Haga lo que le dijo, repito!!. !No queremos más complicaciones y si usted baja allí la complicación sería doble!… ¿Entiende?.
– Sí, entiendo… pero es necesario llamar a la policía.
– !!No cometa esa estupidez!!. !!Nada de llamar a la policía!!. !Hacen demasiado ruido y este asunto debemos seguir tratándolo con el mayor silencio posible. Sólo así destruiremos a Emilianov y sus seguidores. !Nada de llamar a la policía!. !Esto es sólo un asunto de inteligencia de la Interpol!. !!Váyase a su casa inmediatamente!!.
– ¿Pero dónde está mi hija, por favor? -dijo Don Armando con lágrimas en sus ojos.
– No lo sabemos. Sentimos decirle que nadie lo sabe. No tenemos ni idea de dónde puede estar Bianca. Incluso dudamos de que esté viva ya. Y no llore más. Así es la vida. Lo siento mucho…
Ante el silencioso lloro del Doctor Álvarez, Arthur continuó.
– Debo decirle que su labor ha sido encomiable y digna de elogio si eso le sirve de consuelo. Gracias a sus investigaciones y las de Paúl tenemos ya a punto de parar y destruir a todas las fuerzas del Mal.
– ¿Dónde está mi hija, por favor? -seguía llorando Don Armando.
– Lo siento. Estamos seguros de que la mataron. No puedo mentirle y eso es lo que pensamos en la Interpol. Pero hablando de Paúl vuelvo a insitir que ha hecho usted una barbariad al dejarle ir hacia el subterráneo.
– ¿Por qué?. ¿Déme razones de por qué?.
– Como le dije antes, los agentes de la Interpol tenemos en nuestro poder la documentación donde se consigna exactametne todos los humanoides que habían sido ideados por el iraní Kawus Vadat, un verdadero loco de la secta de los bahai. Y lo terrible del asunto es que todavía hay dos humanoides machos que están vivos. O mucho me equivoco… y estoy seguro de que estoy en lo cierto… esos humanoides machos están en el subterráneo. No sé cuál será el motivo por los que están allí… !pero nada tienen que ver con Bianca!. Al menos nada de eso se describe en la documentación sobre sus funciones. ¿Quiere saber quiénes son?.
– Sí. Al menos me servirá de consuelo… con la esperanza de que Paúl se deshaga de ellos.
– !Eso es imposible salvo que ocurra un milagro… y le pido que tanto usted como yo pidamos a Dios un milagro… porque los dos humanoides que se va a encontrar allí son, ni más ni menos, que “The Tasmanian Devil”, o sea, El Diablo de Tasmania, que es una reproducción ferocísima de este animal al cual le han colocado dos enormes colmillos capaces, de un sólo mordisco, de atravesar un cuerpo humano de parte a parte… y “The Moonstruo of the Super Mallet”, El Monstruo del Super Mazo, que es una enorme masa de músculos, de ahí que le conozcan como “The Mass”, armado con un gigantesco mazo con el cual, de un solo golpe, pulveriza todos los huesos de un ser humano. ¿Entiende, ahora, por qué le digo que Paúl va camino de la muerte?.
– !No puedo consentirlo!. !No puedo consentirlo!.
– Ni usted ni nadie puede evitarlo. Así que deje el asunto sólo en manos de Dios… por si se produjera algún milagro… no podemos hacer otra cosa…
– !Tiene que vengar la muerte de mi hija!.
– Otra cosa no puede hacer…
José Uribe De Real, una vez totalmente reanimado por sus propios pensamientos, comenzó a moverse hábilmente por los pasadizos del sótano donde se encontraban las celdas. Llevaba la superlinterna encendida. Había memorizado el camino y llegó pronto hasta las 12 celdas. Estuvo buscando en ellas por si encontraba algún lugar secreto. Nada. Ni rastro de Lina. Así que pasó de la celda número 12 y se dirigió a lo desconocido…
Movido por su propia intención siguió fortaleciendo el ánimo. Ahora recordaba algo de su propia cosecha de pensamientos: “La esperanza no es lo último que se pierde sino lo primero que se conquista”. Con ello, se adentró valientemente en las tinieblas. Un vapor espeso, que salía de unos tubos que colgaban del techo de aquel laberinto de pasadizos hacía casi imposible ver nada a pesar de la luz de su superlinterna. En un momento determinado creyó ver una especie de túnel. Forzó la vista. !Efectivamente, el pasadizo se ensanchaba en una especie de espacio cuadrado que servía de antesala al túnel!. El vapor había desaparecido pero la oscuridad era completa. Llegó a la especie de antesala y dirigió la luz de su superlintera hacia todos los lados. !Decenas y decenas de murciélagos comenzaron a sobrevolar sobre su cabeza!… eran como vampiros buscando sangre… pero la luz de la linterna les hacia dar vueltas y volteretas alrededor de él sin conseguir nunca sus objetivos. Tras cansarse de dar vueltas y volteretas sin sentido alguno las decenas y decenas de murciélagos huyeron hacia la zona del vapor y quedaron ocultos a la vista de José.
Decidido a entrar en el túnel, por donde sólo se podía pasar arrastrándose por el suelo… !otra desagradable sorpresa se encontró frente a él!. !Era el temible Diablo de Tasmania del que había hablado Arthur a Don Armando. !!Una reproducción sanguinaria del verdadero diablo de Tasmania australiano!!. !!Mucho más feroz!!. !!Con dos enormes colmillos puntiagudos y tan afilados que podían traspasar un cuerpo humano de parte a parte con una sóla de sus dentelladas!!.
!El monstruo humanoide se lanzó en picado hacia el cuello de José Uribe Del Real!. En una décima de segundo los reflejos del joven funcionaron a la perfección hechando la cabeza hacia la izquierda y soltando un puñetazo con la derecha que estalló entre las fosas nasales y la boca del monstruoso animal. Producto del tremendo puñetazo, “The Tasmanian Devil” quedó agonizando mientras se desangraba echando un viscoso y repelente líquido viscoso de color verde oscuro por las narices y la boca. Los dos afilados colmillos se le habían salido hacia afuera debido al impacto del puñetazo y, ahora, quedaban sobre el suelo como testigos mudos del fin de aquel diabólico humanoide.
Decidido a encontrar a Lina (la antes llamada Bianca), y rememorando contínuamente su bellisimo y sexy rostro y aquel su cuerpo escultural, se echó al suelo y comenzó a reptar, con la ayuda de sus codos y piernas, por el estrecho túnel.
En su hogar lloraba desconsoladamente, sentado en su butacón preferido, el Doctor Don Armando Álvarez, mientras leia, para entretenerse, la larga novela titulada “Greta”, escrita precisamente por José…
– Mi hija está muerta…
Y quedó profundamente dormido con el libro entre sus manos…