La noche del Tesauro (37): Novela.

José escuchaba un ligero y sinuoso silbido. ¿Habría alguien allí dentro?. El silbido era como un pequeño susurro que le penetraba insistentemente en el cerebro. Sí. Debía haber alguien o algo allí que producía aquel tenue silbido. ¿O sería solamente una imaginación de su mente?. Recordó la segunda parte del bíblico Salmo 143-8::“Hazme saber el camino por donde ande, porque a ti he elevado mi alma”.

La Voz del Silencio impregnaba, ahora, las ondas de la pequeña emisora de Madrid a través de una música experimental. Una música que llegaba hasta el más profundo rincón del alma de quienes la escuchaban.

José decidió doblar el recodo que había hacia su derecha y, repentinamente, quedó cegado momentáneamente de forma instantánea. Cegado por una potentísima luz amarilla que, segundos después, se apagó de la misma manera. ¡Volvió a recobrar la vista y se encontró con que estaba en medio de un espectáculo espantoso: era un espacio rectangular, con 12 antorchas (3 en el lado derecho y 3 en el lado izqauierdo) debajo de las cuales se encontraban 12 calaveras. Al fondo le pareció divisar una gran cámara de hierro (con un gran ventanal de cristal nítido pero imposible de romper). Miró al suelo.

– ¡Dios mío!. ¿Qué es esto?.

Todo el suelo de aquel espacio estaba repleto de calaveras y huesos humanos. Cientos de calavera y miles de huesos humanos cubriendo todo el suelo que él estaba pisando además de varias docenas de patas de elefantes. Visualizó en su mente, por unos segundos, otra vez el sueño de la noche anterior… pero quedó completamente aterrado cuando volvió a la realidad. ¡Una enorme Cobra de Anteojos, de 5 metros de longitud le estaba mirando fijamente y emitiendo aquel sinuoso y tenue silbido, con la cabeza levantada y sacando una asquerosa lengua bífida!. ¡Aquel debía ser el lugar elegido por los 12 vejestorios bicentenarios que había matado Arthur Andersen para amontonar los cadáveres de las jóvenes vírgenes tras haberlas violado y bebido sus sangres!. ¡Y aquella cámara acorazada debía ser el lugar donde Manésh “El Gadaffi” debía haber guardado la enorme cantidad de millones de dólares que había desfalcado del JP Morgan Chase Bank del Park Avenue de Nueva York!.

La gigantesca Cobra de Anteojos miraba insistentemente a los ojos de José Uribe Del Real mientras éste tampoco podía desviar la mirada de los ojos de la Cobra. Esto estaba produciendo en José una extraña experiencia: poco a poco, a pesar de su enorme resistencia, sus fuerzas se iban debilitando. Lo que estaba sucediendo es que aquel asqueroso ofidio le estaba hipnotizando para, una vez perdidas todas sus fuerzas… ¡saltar a su cuello y darle el profundo mordisco para introducirle su instantáneo veneno mortal. El combate de ambas miradas era casi demencial. La Cobra intentando hipnotizar totalmente a José y José intentando resistir hasta lo imposible. Pero sus fuerzas se iban debilitando… ¡y cuando ya estaba casi totalmente hipnotizado!… ¡de repente!… ¡por un milagroso sentido de los reflejos inconscientes desvió su mirada hacia la amplia ventana de cristal que tenía la Cámara Acorazada.

!!!Allí estaba ella!!!. !!!Allí estaba asomada, con la angustia reflejada en sus bellos y profundos ojos el porqué de toda su lucha!!!. !!!Era Lina, la antes conocida como Bianca, y la veía mucho más hermosa que nunca!!!. Los ojos de Lina miraron fijamente a los ojos de José!!!. Podía ser la muerte o podía ser la vida… pero el caso es que gracias a ello logró desligarse del hipnotismo de la Cobra; la cual, viendo que la presa se le podía escapar, se lanzó en picado, con la boca abierta, hacia el cuello de José Uribe Del Real para producirle la mordedura mortal… pero gracias a aquella prodigios mirada de su amada… ¡tuvo tiempo, usando todos sus reflejos, de lanzarse al suelo justo cuando ya la cabeza de la Cobra de Anteojos estaba a milímetros de su cuello.

Cayó al suelo con estrépito. Sobre los miles de huesos humanos, calaveras humanas y patas de elefantes… y desde allí… desde el suelo… mezclado entre tanta basura dantesca, comenzó a disparar, a mansalva, su pistola láser sobre el asqueroso reptil . Uno tras otro, todos los disparos fueron haciendo blanco en la terrible Cobra de Anteojos que, a cada uno de dichos disparos, daba enormes vueltas en el aire. Sus 5 metros de longitud se convulsionaban mientras recibía los impactos. José vació por completo su pistola láser y la resistente Cobra cayó desplomada al suelo totalmente muerta. ¡Había terminado la enorme cadena de pesadillas!. Pero ahora venía otro problema de difícil solución. ¿Cómo sacar viva a su amada Lina de aquella cámara acorazada sin tener ni idea de los números de la combinación que era necesario conocer para abrirla!. Intentó por todos sus medios intuitivos abrirla… pero no había modo alguno de conocer la clave. Miró a la ventana de cristal. Intentó romperlo golpeando con el duro metal de la pistola láser. ¡Imposible!. ¡Era un cristal antibalas y antigolpes!.

Observó que Lina le estaba pidiendo angustiosamente que la sacara de allí. Así que lo que se le ocurrió pensar fue tranquilar los ánimos y tranquilizar los ánimos de ella. Por medio del lenguaje de los gestos (que tanto habían usado ambos ellos durante su noviazgo) le indicó que hablara despacio para que él pudiera leer en sus labikos lo que ella tan desesperadamente le estaba intentando decir. Lina entendió el mensaje, se tranquilizó y comenzó a pronunciar lentamente: “El cartucho de dinamita, José… el cartucho de dinamita..”. ¡Por fin se daba cuenta de su despiste!. Efectivamente, en su bolsillo derecho del pantalón vaquero negro asomaba el cartucho. Allí estaba el cartucho de dinamita con su correspondiente larga mecha y el encendedor.

Por gestos volvió a transmitirle un mensaje a ella. Le estaba pidiendo que se alejase hasta el fondo de aquella enorme cámara acorazada y que se tumbase boca abajo en el más lejano rincón porque la explosión podía producirle la muerte. Ella hizo caso del aviso. Él colocó el potentísimo cartucho de trilita en la cerradura, fue extendiendo la larga mecha sobre aquellos restos óseos, apartó con os pies el cadáver de la enorme Cobra de Anteojos de 5 metros de longitud, se tumbó en el suelo y encendió la mecha. Esta recorrió rápidamente la distancia, llegó al cartucho y… !!!Booooommmmm!!!… ¡todo el subterráneo tembló mientras la maciza puerta de hierro saltaba por los aires!. Grandes pedruscos de roca comenzaron a caer. Cuando él, ligeramente se levantó. Una enorme nube de polvo le impedía ver con claridad. Pensó: ¿”Habré matado a Lina”?. Para saberlo se dirigió hacia la ya desvencijada cámara acorazada…

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