La noche del Tesauro (38): Novela

La humareda era abrumadoramente densa. José se levantó mientras algunos pedazos de rocas empezaban a desprenderse y caer cerca de él. Pero no tenía tiempo ni de preocuparse de la humareda ni de morir aplastado por alguno de aquellos pedazos de roca. !Él sólo tenia una misión: encontrar con vida a su linda chavala!. La niña-mujer que se había apoderado de su corazón desde el primer día en que la vio. Recordó un hospital con un patio pequeño… recordó una playa de arena fina… recordó un autocar de turismo… !allí estaba, en esos recuerdos, la belleza entera, tanto en lo físico como en lo espiritual de su amada Lina!. Nunca jamás había amado hasta entonces. Aquel triángulo de referencia (hospital-playa-autocar) era fundamental para ambos. Era verdaderamente fundamental.

!Y ahora era necesario averiguar si estaba muerta o vivía!. Así que, olvidándose del peligro de las rocas que se desprendían, se introdujo inmediatamente en la Gran Cámara Acorazada del subterráneo del Tesauro. Vio una densísima niebla de polvo que apenas dejaba distinguir nada… vio miles y miles de billetes de banco volando por los aires… !!Allí había una inmensa y verdadera fortuna!!… pero pensó en una frase de la madre de Lina: “que sufra el dinero pero no la persona”. !La persona!. !La persona era su amada niña-mujer!.

La explosión fue tan potente que otros muchos miles de billetes de banco ardían en medio de pavorosas llamas. Se desesperó momentánemente. Dentro de aquel infierno de fuego y brumas intentó descubrirla. Al otro lado de las llamas !estaba ella!. Se encontraba tirada en el suelo…

– !!Lina!!… !!Lina!!… -gritó insistentemte José.

Pero Lina no contestaba. ¿La había matado sin darse cuenta?.

De repente sonó una voz desde el fondo de la cámara…

– !!Socorro, José… sácame de aquí!!.

!!!Estaba viva!!!. !Lina no había muerto y, aunque yacía en el suelo posiblemente herida, confiaba en que su chico (cómo ella le llamaba) la sacaría de aquel verdadero infierno!. !No era tiempo de perder ni un sólo segundo!. Entre la poca visión que le dejaba la humareda, el fuego y los billetes volando por el aire, no perdió ni un sólo segundo en quitarse la chaqueta de cuero negro de la marca Diesel Online Store (igual que su pantalón vaquero de color negro y su camiseta totalmente blanca con el letrero Diesel a la altura del pecho) con grandes esfuerzos y mientras seguían desprendiéndose rocas en el exterior de la cámara, comenzó a apagar el fuego para abrirse un camino que le guiase hasta ella.

Lo consiguió. !!!Estaba impresionantemente bella con su rostro angelical, su súeter Diesel color rojo sangre y su pequeña minifalda color negro oscuro Diesel que dejaba ver unas piernas extraordinariamente bien formadas y bellas!!!. !O la muerte o la vida! pensó para sus adentros…

Se acercó a ella… que se encontraba mareada por aquella alta temperatura que había en aquel horno humano y la tomó entre sus brazos.

– !Vamos a salir!. !Vamos a salir Lina!. !Vamos a salir de aquí!. !Te lo juro!.

José Uribe Del Real, con el enorme tino y acierto de que las llamas no le quemasen a Lina ni a él, logró llegar a la destrozada puerta…

– Déjame en el suelo… José… puedo caminar perfectamente.

José la dejó en el suelo y entonces creyó estar soñando: ante él estaba la niña-mujer más hermosa que se hubiese podido imaginar. En su total belleza estaba deslumbradora. Era tan hermosa que merecía la pena haber muerto por ella.

Entonces fue cuando Lina se abrazó profundamente a él. Ambos cuerpos se fusionaron como si fuese un sólo cuerpo… pero José recordó el peligro…

– !No!. !Ahora no, Lina!. !Vámonos de aquí!. !Vámonos antes de que se derrumbe todo esto!.
– ¿Cómo sabes mi verdadero nombre?.
– Tu padre me lo contó. Te llamas Lina Álvarez Basurto. Pero ahora no tengo tiempo de explicártelo.

Lina comprendió y se asió a la mano derecha de José.

– !No mires al suelo, Lina, no mires al suelo!. !Olvida este infierno dantesco y no mires al suelo!.

Las osamentas humanas crujían al ser pisadas y la asquerosa Cobra de Anteojos todavía estaba dando leves espasmos de muerte.

– !Espera un momento, José!. !Ven conmigo!.

Lina se acercó hacia la moribunda Cobra y le aplastó la cabeza con sus botas de monte sobre las cuales sobresalían unos blancos calcetines de montaña de la marca Diesel cuyo nonmre llevaba ella en graado en el suéter rojo a la altura del corazón. El repugnante reptil abrió la boca y expulsó todo el veneno. La hembra-niña-mujer !había matado a la diabólica serpiente de la misma manera en que José había leído en la Biblia!.

– Porque así escrito está en la Biblia, José… -se dirigió a él con unos ojos tan bellos que era imposible apartar la vista…
– !Es cierto, Lina!. !La Palabra de Dios lo dice!. Y ahora… ya sin entretenernos más… vamos a salir de este infierno… deprisa Lina… deprisa… dame tu mano derecha.

Entonces fue cuando ella descubrió la herida cicatrizada que tenía él en su mano izquierda.

– ¿Ha sido por mí? -le preguntó.
– No. Ha sido por tu amor…

Ella sonrió. Estaba luminosamente hermosa con sus reflejos de sonrisa en aquel rostro tan sexy y erótico a la vez… pero no podía ahora hacer otra cosa sino sacarla de allí.

Pasaron el pequeño trozo que terminaba en el recodo, doblaron el recodo, se encontraron con una oscuridad absoluta.

– Tengo miedo de la oscuridad, José…
– No tengas miedo jamás… ni de la oscuridad ni de la plena luz… !pero no te preocupes!… !Dáme firmemente tu mano que yo te sacaré de aquí y serás definitivamente libre para elegir!…
– !Elegir qué, José!.
– !Elegir tu futuro, Lina!.

Seguía derrumbándose todo el subterráneo hasta que llegaron al túnel.

– !Vamos, Lina,al suelo!. Colócate detrás de mí y si ves que voy demasiado deprisa me detengo!.
– !Nada de detenerse ahora!. !Para nada!. !Te sigo!. !No tengas preocupación alguna!. !Te sigo!.

Al final salieron del túnel. La réplica humanoide del Diablo de Tasmania yacía como un pelele destrozado.

– ¿Quién fue? -preguntó ella.
– Sólo un humanoide.
– No. Lo que pregunto es quién fue el que le pegó tal puñetazo…

José sonrió, la tomó nuevamente con la mano izquierda y continuaron el camino…

– No importa que no me digas nada. Sé que fuíste tú y lo hiciste por mí…

Llegaron hasta la escalerilla de la alcantarilla cuando unos tremendos temblores sacudían ya todo el subterráneo.

– !Vamos Lina!. !!Sube tu primero!!. !!!No podemos perder ni un sólo segundo!!!.
– !!No perderemos, José!!.

Y con la sonrisa en el rostro ella fue subiendo ágilmente la escalera de los peldaños de hierro; mientras él la seguía… contemplando ahora aquellas fabulosas y extraordinariamente bellas piernas. !Era una perfecta modelo publicitaria!… pero el subterráneo se derrumbaba entero.

Antes de que la escalerilla de hierro se viniese al suelo estrepitosamente, José dio el último paso fuera de ella. Sólo fue cuestión de un breve segundo. Pero aquel breve segundo le bastó para salvarse.

– Así es la Fe -le dijo, sonriendo a ella.
– No me lo hubiese podido perdonar jamás en la vida.
– ¿El qué?.
– Que hubieses muerto por mi culpa -le contestó ella.
– Lina… eres libre… eres completamente libre para decidir… y le soltó la mano.
-!Vámonos de aquí, Paúl! -recordó ella con una sonrisa.
-!Vámonos de aquí, Bianca! -recordó él con una mirada.

Pasaron rápidamente por el laberinto de las celdas que los dos sabían de memoria; subieron al piso de arriba y se dirigieron hacia el portalón de salida.

– !Espera un momento, José!.
– Espero el tiempo que quieras. Te repito que eres libre… enteramente libre para decicir lo que desees.

Lina no dijo nada más. Se dirigió hacia el Despacho del fallecido Anwar El Farouki Bin Abdallah, aquel llamado “El Gadaffi” que la había seleccionado como la mujer más hermosa para cumplir sus deseos sexuales en ella y beberse luego su sangre… y buscó un teléfono. Rápidamente marcó un número. Eran las cinco y media de la madrugada. Dentro de poco saldría el alba del dia 12 del mes 12. Alguien contestó al otro lado de la línea.

– ¿Haló?.
– !!Hola, papá!!. !!Soy Lina!!. !!!Estoy viva!!!.

A Don Armando Álvarez le dió un vuelco el corazón…

– !!!Lucy… Lucy… ven aquí… es nuestras niña… está viva!!!.
– La madre de Lina tomó el teléfono.
– Hola mi amor… !Cuánto he orado a Dios por ti, mi amor!.
– Mamá… estoy viva y quiero hablar un momento con papá.

De nuevo Don Armando se puso al teléfono.

– !!Amor mío… cuándo vienes para casa!!.
– !!Papá!!. !Adiós!. !Adiós papá!. !!!Me voy con él!!.
– !!!Hija mía!!!. !Pero si eres sólo una niña!…
– No, papá… he decidido libremente… me voy con él… dile a mamá que también me despido de ella. Un beso para lo dos.
– !No, pequeña, no!.
– !Sí, papá!. !Me voy con él!. !No doy marcha atrás!. Adios. Os quiero mucho…

Y Lina salió del despacho de “El Gadaffi”, bajó al piso de abajo y le dio su mano izquierda a José.

– Espera, linda… !tenemos que saltar la valla de esos tres metros de altura!.
– ¿Y cómo vamos a hacerlo?.
– Tu padre me dio la respuesta -dijo sonriendo él.

Y dirigiéndose hacia la puerta trasera encontró, en medio de la maleza, la escalera que había usado Don Armando para salir en aquella ocasión en que le dio la carta a Peter…

– ¿De dónde la has sacado? -preguntó ella.
– Lo importante es que nos sirve -respondió él.

Y dejando subir primero a ella, mientras observaba su pefecto cuerpo de modelo escultural, subió después él; tomó la escalera a pulso y la colocó hacia la calle. De esta manera Lina y José habían salido de aquel infierno llamado Salón Tesauro y aquiella pesadillas manejada por Emilian Emilianos “Chichinosqui” y sus adláteres villanos Anwar El Farouki Bin Abdalla “El Gadaffi” y Kawus Vadad “El Bahai de Filipinas” (pues con éste sobrenombre se conocía al iraní en el mundo del hampa).

Como todavía no había llegado el alba… no había prácicamente ningún transeúnte a aquellas horas de la madrugada en aquel barrio duro por donde ni la policía se atrevía a transitar por culpa de la gran cantidad borrachos, mendigos, drogadictos, asaltantes y violadores que pululuban por allí. Uno de estos últimos se acercó a él…

– Verás. !Me apetece mucho tu chica!. !!La deseo!!. !!!Así que me la voy a tirar delante de ti!!!.

José Uribe del Real estaba ya harto de tanto mamarracho humano o humanoide y le soltó un puñetazo en la boca a aquel asqueroso miserable violador que tres dientes se le salieron inmediatamente de la boca. Tapándose la sangre que le corría por la boca, aquel violador, el más famoso líder de la pandilla del barrio, un tal llamado “Tigre”, famoso por haber violado y asesinado ya a media docena de jóvenes prostitutas, reculó ante los ojos llameantes de José, se puso de rodillas y gimió.

– !Perdona!. !Perdona!. !!!Es que está tan buena!!!.
– José, cuya chaqueta de cuero Diesel había quedado ardiendo en la infernal Cámara Acorazada del Tesauro y que sólo llevaba ahora sobre su cuerpo la camiseta Diesel de color blanco con la leyenda azul sobre el pecho, le pegó una patada en el vientre que lo dejó derribado sobre el asfalto convertido en un guiñapo…

Se acercó a él y le levantó la cabeza…

– !Escúchame bien porque sólo te lo voy a decir una sola vez!. Si yo vuelvo a pasar alguna vez por esta barriada y te encuentro en la calle… te mato de una patada en los huevos… !!!Has oído bien!!!.
– Sí… sí… pero… ahora… déjame vivir…

José sin soltar del cuello a aquel energúmeno violador de jovencitas silbó a un taxi
que venía por la desolada calle. En él montó al violador más peligroso de toda la ciudad, a aquel llamado “Tigre Yucatán” (por sus orígenes mexicanos) y pidió al taxista que lo llevara a la comisaría más cercana que encontrara en la ciudad.

– ¿Y quién me paga la carrera?.
– No se preocupe por eso. La policía lo busca ávidamente y ofrecen 500.000 dólares a quien lo capture o diga pistas que hagan posible su captura.

Silbó el taxista de entusismo.

– !Compadre!. !Vaya farra puedo montarme yo con 500.000 dólares!. !Pero ayúdame por favor, compadrito, a amarrarlo bien!.

Eso hizo José junto con el taxista, con una maroma que éste llevaba dentro de su portaequipajes. Una vez amarrado completamente “Tigre Yucatán”, el taxista salió a toda velocidad en busca de la suculenta cantidad de 500.000 dólares a los cuales acababa de renunciar José.

– Por eso te quiero tanto…

José no dijo nada…

– ¿Cómo supiste que era “Tigre Yucatán”?.
– Había visto miles de veces su póster colocado en las entrada de los locales nocturnos y en las vías públicas. Todos lo conocían. Nadie lo intentaba detener porque no les interesaba hacerlo. ¿No ves que este barrio está podrido?. Aquí ninguno es capaz de denunciar a esta clase de alimañas. !Así está esta parte de la ciudad!. !Hasta que no pierdan el miedo no serán libres!. Por cierto, ya eres libre te repito, para decidir… ¿a dónde quieres ir?… ¿te llevo a casa?.
– No. A casa no -dijo la linda ecuatoriana Lina Álvarez Basurto, mirándole fijamente a los ojos.

Sin decir más palabras, José Uribe del Real silbó a otro taxi solitario que se detuvo ante aquella singular pareja.

José abrió la puerta trasera del taxi a Lina y la hizo subir. Despúes cerró, dio la vuelta al coche y abrió la puerta delantera, la del copiloto, donde se sentó tranquilamente… ante la mirada admirativa de ella.

– ¿A dónde vamos compadrito?.
– ¿Es usted argentino?.
– Pues claro que si. ¿y vos?.
– Yo soy español…

El taxista argentino guardó silencio.

– Vamos al Memory Park -dijo el español.
– ¿Al Memory Park?- le preguntó la ecuatoriana.
– Recuerda que tenemos allí una cita -continuó el español.

La ecuatoriana no dijo nada.

– Y antes de que aparezca el alba -dijo el español
– !Che!. !Eso está macanudo!. !Allá vamos! -respondió el argentino.

Y a toda velocidad llegaron al Memory Park.

– Dame tu dirección -dijo el español
– ¿Vos para qué querés mi dirección? -contestó el argentino.
– Para enviarte el costo de la carrera si me dices cuánto es.
– ¿No tenés ni un pavo?.
– Aquí no. Pero mañana te puedo dar lo que consideres que ha costado la carrera.Sea cual sea el precio que desees cobrarme por ello.
– Nada. Absolutamente nada. Haber llevado a una mujer-bombón como la que tenés vos lo hago gratuito.

José le dio la mano al taxista argentino…

– Me llamo Evaristo Rojas Del Castillo -dijo el taxista -¿y vos?.
– Simplemente Pepe…

El taxista sonrió ampliamente mientras José bajaba del taxi y abría la puerta trasera del mismo para ayudar a salir a Lina. El taxi se marchó lentamente…

– ¿Recuerdas la cita?.
– Perfectamente Paúl -sonrió Lina.
– Eso es Bianca- respondió José.

Caminaron cogidos de la mano por el parque sin decirse nada. Sólo caminaban. Ya el alba empezaba a despuntar en el horizonte. Y ellos caminaban… caminaban… caminaban por el Memory Park recordando todas sus conjuntas memorias. Hasta que llegaron a un milenario árbol de secoya dónde él hizo que se colocase dando la espalda al árbol. La miró completamemnte a gusto. !Era realmente una verdadera modelo físicamente hablando!. La cara de niña-mujer a la vez divina y a la vez sexy; el cuerpo perfecto a la vez de ángel y a la vez erótico; los brazos de fantasía a la vez mágicos y a la vez perfección absoluta y las piernas un sueño a la vez escultura y a la vez fantasía.

Él pasó su brazo por detrás de la cabeza y el cuello de ella para que ésta estuviese más cómoda. Lina se encontrada transportada al País de las Maravilla, como si fuese Alicia cumpliendo todos sus sueños. El calor que desprendía el brazo derecho de él hacía que los lindos labios rojos de Lina ardiesen de ansiedad.

“!Ansiedad de tenerte en mis brazos y en la boca volverte a besar!” -pensaba José recordando a Nat King Cole…

– Eres completamente libre para elegir tu futuro, Lina.

Ella sólo le miró con sus hermosos y grandes ojos. Él frenaba sus impulsos de besarla sin compasión alguna…

– ¿Por qué me preferiste a mí y no a Peter?.
– Porque el me amó sólo cuando supo que yo era multimillonaria y, sin embargo, tú me has estado amando siempre sin saberlo.

Ahora quien quedó callado y sin pregunta alguna fue él…

– Y hay otra cosa todavía más importante aún…

Él siguió en silencio completamente hipnotizado por los bellos ojos de ella y aquel rostro tan sexy de niña-mujer…

– Sucedía que Peter Smith Thompson, el famoso beisbolista que más dinero ganó en la Liga Norteamericana, además, era un hombre casado y ya había tenido cinco matrimonios. Yo, como cristiana que soy, nunca jamás tendré un rollo sexual con ningún hombre casado ni soltero salvo con mi esposo. Porque jamás serés un segundo plato de mesa ni una mesa de segundo plato.

José sonrió ligeramente.

– Siempre… siempre… siempre… pero siempre… te he amado solamente a ti. Desde que tengo uso de razón. Amo profudamente tu corazón y tu sonrisa bohemia.

José se acordó entonces del Medallón del Tesauro mientras seguía manteniendo la postura de estar a escasos milimetros del cuerpo de ella y con el brazo tras su cabeza y cuello.

– ¿Sabes lo que es?.
– Sí. El Medallón Memphis de Manésh.
– Es de puro oro macizo. ¿Lo quieres?.
– No. Para nada. Mil veces me lo había ofrecido Manésh a cambio de tener relaciones sexuales con él y mil veces lo rechacé. !Tíralo!. !Por favor tíralo!. !El oro no me importa nada ni a ti tampoco… pero soy multimillonaria y te pido perdón por no habértelo dicho antes.
– No importa eso para nada. Sólo quiero que observes el Medallón. Hay cuatro direcciones. ¿Hacia cúal quieres que vayamos?. !
– Al sur, mi amor, al sur!. !Siempre al sur!.
– ¿Al imaginario País de las Amazonas?.
– Sí. Al imaginario País de las Amazonas.

José Uribe Del Real cogió el Medallón y lo tiró lo más lejos posible yendo a caer dentro de una fuente cercana que tenía exactamente 12 pequeños surtidores de agua. El Medallón parecia bailar sobre la superficie del agua, por un momento, “El Vals de los Patinadores”, y de repente se hundió con un imperceptible chapoteo meintras unas pequeñas ondas fueron su despedida.

– !El 12, Lina, el 12!. ¿Sabes lo que significa en realidad el 12?.
– No tengo ni idea.
– Un colo cuerpo y dos personas a la vez. !Esa es la verdadera solución a todo el enigma del número 12!. Un sólo cuerpo y dos personas, hombre y mujer amándose hasta la Eternidad.

En lo ojos de aquella belleza de mujer comenzaron a aparecer unas lágrimas que ya caían por sus mejillas. Tiernamente José puso su mano izquierda en el rostro de ella y le secó las lágrimas. Después colocó su mano izquierda en la mejilla derecha de ella y la acarició dulcemente. Quizás fuese el contacto de su cerrada cicatriz con la hermosa piel trigueña de ella pero un calor sofocante ardía en los labios rojos de Lina…

– Estoy loca por tí… -murmuró muy levemente ella…
– ¿Cómo has dicho?.
– Qu estoy loca por ti…

!Y entonces apareció el alba!.

Él, sin dejar de acariciar aquel hermoso rostro, lo tapó de la vista de los primeros conciudadanos que ya aparecían haciendo footing por allí y le dió unm beso de fuego en la boca.

Fue un beso eterno…

F I N (The End).

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