Las sucias arterias de la ciudad
dormitan los sueños de la noche,
un murmullo de solitarias voces
recorre unas vías abandonadas.
El frío neón, cobija la borrachera
del amante triste y despojado,
la losa de la soledad, en su soliloquio,
intenta guardar lo que nunca fue.
Las meretrices ocupan sus esquinas
esperando una clientela que ha de llegar,
las ratas recorren los negros callejones
ocultándose de los gatos que habitan Madrid.
La inmensa capital sueña mientras duerme,
sus habitantes ocupan su propio espacio
mientras los tugurios quedan abiertos
a una noche que les ha de ser propicia.
La luna mira al homo sapiens de reojo,
sabe que está condenado por toda la eternidad,
quiso convertirse en presente o quizá en futuro,
sin embargo su gerundio se ha engendrado en pasado.
Los portales se han convertido en simples urinarios
mientras las cancelas han dejado de cobijar amantes,
tal vez la crisis y sus miedos nos hayan sentenciado
a un paraiso en el que las estrellas titilan con frialdad.
La morgue con sus mortecinas luces espera visita,
algún ángel de la noche ha de venir a saludarla,
mientras el aire de la urbe agoniza en su oxígeno
el pensamiento se convierte en un ser atávico.
El engendro del desamparo sale de su guarida
se eleva en el túmulo de la indiferencia,
las raices de la humanidad se secan en la oscuridad
mientras las calles permanecen plagadas de gente.
La memoria del pasado es un disturbio a desterrar
las plañideras de los moribundos han llorado demasiado,
la sangria de los malditos nos visita al anochecer,
cuando nuestros miedos ancestrales nos dominan.
La luz ha de volver alguna vez a brillar en el infierno,
la manzana ha de condenar a la serpiente al desierto,
el hombre ha de volver a ser humano alguna vez
y la tierra ha de girar mientras recupera de nuevo la vida.
Kiowa.. que buen trabajo, que bien. Me gusto mucho, el ritmo, el tratamiento de las ideas, me atrapaste y lo disfrute. Un saludo a la distancia, y seguí escribiendo para seguir leyendote..