LA PEQUEÑA MUERTE

LA PEQUEÑA MUERTE

Yeserias Diciembre del 78
Corría el año1978, y yo estaba de viaje por Andalucía con un amigo que era mucho más mayor que yo y que estaba casado pero llevaba un año separado, circunstancia nada corriente en aquella época.
Este amigo tenia unas cuantas recetas de la seguridad social con el nombre impreso en tinta del ““bustaid””, una anfetamina muy famosa en aquella época que se utilizaba para adelgazar, en teoría, pero que era solicitadísima en época de exámenes y que te daban en las farmacias sin necesidad de receta, lo que ocurría es que ya se empezaban a notar los efectos adictivos de dicha sustancia y en Madrid la cosa se ponía sería, y ya no te la despachaban en ninguna farmacia, pero por aquella época, todavía no se consideraba un estupefaciente, así mi amigo Pedro el “Barrus”

tuvo la idea de sacar unas cuántas cajas en Sevilla y Cádiz para contar con reservas en Madrid, a la vuelta de nuestro viaje, podéis imaginar que la adicción de Pedro a las anfetaminas era enorme, yo aún a pesar de haber probado toda clase de porquerías no era todavía una adicta, Llegamos a Sevilla, y después de alojarnos en un bonito hostal, consiguió cambiar unas cuantas recetas, y nos planteamos el ir a Cádiz, pues parecía que nos estaban siguiendo, a mi me daba muy mala espina encontrarnos en todos los sitios con la misma pareja siempre observándonos.
Pedro creo que esos dos son polis, anda vamonos de Sevilla.
yo tenia muy malos recuerdos de Cádiz pues allí estuve apunto de perder la vida cuando solo tenia siete años, era la primera vez que viajaba a la playa, y después de toda una noche en autocar, cuando mi madre, hermano y yo llegamos a Chipiona, aquella inmensidad del océano me cautivó por lo inmenso, quería meterme en el agua rápidamente, mi madre no me dejó y me hizo esperar tres horas, después de la comida, para poder bañarme, cuando pasaron las tres horas no me importo que el agua estuviera congelada y de golpe me zambullí, el resultado fue un corte de digestión que me tuvo en cama los 15 días de vacaciones, vomitando y con 40 de fiebre, los médicos llegaron a pensar que no saldría de aquella.

¿Que seria lo siguiente que me ocurriría en Cádiz?, no es que sea supersticiosa, pero a veces parece que buscamos las desgracias con el pesimismo con el que las afrontamos.,

Nada mas llegar a Cádiz comenzamos a discutir mi compañero de viaje y yo por el alojamiento tan horrible que había elegido, la discusión se hizo insoportable y yo decidí bajar a dar una vuelta y comprar una china de hachís que según tenia entendido en Cádiz era de la mejor calidad, así me acerque a un grupo de chavales a preguntarles.

Y uno de ello me pidió que le acompañara ,que lo tenia en su coche, no parecía mala persona, pero nada mas entrar en el coche comenzó a propasarse, yo le corte advirtiéndole de que se estaba equivocando conmigo a lo que respondió, que todas las jipys éramos unas cualquieras y golpeándome, me desgarraba la ropa babeándome el cuello y la cara mientras me propinaba fuertes pellizcos y puñetazos, fue una batalla campal de la que escape toda amoratada y sangrando, pero no se salio con la suya, cuando Pedro me vio con los ojos a la funerala, le roge, que solo quería regresar a Madrid puesto que ya había tenido bastante, nada de querer hacerse el machito buscando al agresor, (aunque no tuve que insistir mucho para que desistiera de la venganza), así que tomamos el primer tren que salía en dirección a Madrid, que coincidencias de la vida, el tren era el expreso de medianoche.

Le roge a Pedro que intentáramos pasar desapercibidos, pues aunque el “bustaid” no se considerara estupefaciente, en aquella época ya había corrido demasiadas veces delante de los grises en las Manis, como para saber que la policía no se andaba con chiquitas.

Y en efecto, íbamos los dos solos tan ricamente en un compartimiento, cuando de pronto en Linares-Baeza se lleno el tren de reclutas y en nuestro compartimiento se metieron unos canarios y no paraban de liar porros, yo comencé a sentirme muy intranquila y Salí a buscar otro compartimiento para trasladarnos, fue inútil estaba todo lleno hasta por los pasillos había militares, por el contrario Pedro parecía muy feliz con estos compañeros tan joviales que no paraban de invitarle a fumar, pero mi desazón seguía en aumento, hasta que:

Dos policías de paisano irrumpieron en el compartimiento;
¡Haber!, los que sean militares que salgan y el resto a sacar la documentación.

Solo quedamos Pedro y yo.

Sacar todo lo que tengáis dentro de los macutos.

Al vaciar el mío encontraron los botes de pastillas, que me había guardado Pedro.

¡No se os ocurra moveros de aquí,! enseguida regresamos, ordenaron los policías, salieron del compartimiento llevándose la bolsa con los botes de “bustaid”,

Pedro me dijo que dijera que era mío pues al ser menor de edad no me podía pasar nada, tonta de mi le creí y precisamente en esa fecha la mayoría de edad penal era a los 16 años, lo que no podía imaginar ni por un momento es que lo iba a pagar tan caro.

Cuando volvieron los policías, uno de ellos me agarro con fuerza y zarandeándome exclamo, ahora si que te vas a enterar de lo que es bueno, y con una brutalidad terrible me arrastro por todo el vagón hasta llegar a un compartimiento, al cual me obligo a entrar de un puntapié y ahora te vas a quitar la ropa a ver que escondes bajo las faldas, no pude evitar estallar en sollozos, era como si estuviera viendo una película horrible en la cual yo era la protagonista.

Me sentía fatal sobre todo pensando que esto llegara a oídos de mi familia, bastante les hice sufrir, con mi loca escapada a los 13 años, aunque volví a los dos meses, me odiaba por haber sido tan inconsciente y no quería que volvieran a sufrir por mi causa, “cualquiera lo diría verdad.”lo cierto es que solo tenia 16 años era buena estudiante y aunque inconformista y rebelde nunca había hecho daño a nadie, excepto mis padres claro, y no había infringido la ley por lo menos conscientemente, por supuesto no tenia antecedentes y esto me reconfortaba un poquito pensando que no me podrían retener mucho tiempo.

Me colocaron unas esposas a una barra de una litera y me obligaron a tumbarme, menos mal que vino el compañero y el policía no cumplió su amenaza de desnudarme, pase todo el viaje hasta Madrid esposada con las muñecas doloridas y todo el cuerpo entumecido por no poder cambiar de postura.

Cuando llegamos a Atocha los policías nos escoltaron hasta la comisaría de la estación y ahí comenzaron los registros y los interrogatorios,

Después nos llevaron a la DGS. Para los profanos, los sótanos de la puerta del sol, antigua, Dirección General de Seguridad, revivir aquello fue terrible, nadie esta preparado, para ello, pero todavía menos una niña de 16 años.

Al llegar allí tuve que sufrir otro registro y una matrona me toqueteo todo lo que quiso y más, me quitaron hasta los cordones de los zapatos y me empujaron, con una sucia manta de esa que les dan a los militares a una fría celda vacía con tan solo un poyete compuesto por pequeños baldosines blancos o por lo menos eso serian en un pasado, pues se podían distinguir cantidad de manchas oscuras presumiblemente de sangre.

Sobre la puerta de hierro macizo con una pequeña ventanita a modo de rejilla había un foco que te deslumbraba, el cual se mantenía encendido día y noche, lo cierto es que allí perdí la noción del tiempo, para mi pasaron semanas, en realidad estuve tres días con sus noches, totalmente sola no me permitían ni salir a hacer mis necesidades, las cuales consumaba en una esquina de la celda, imagínense el olor,

Pero nada mas llegar, ya me había sobrecogido ese olor como a vísceras putrefactas y heces con amoniaco, que impregnaba todos los sótanos en la d.g.s.,

Los gritos que se oían desde mi celda eran desgarradores y en las ocasiones que me subieron a declarar ante el poli malo y el bueno turnándose, vi a muchachos con la cara desfigurada, por los golpes, también a chicas.

.Allí dentro te podía ocurrir cualquier cosa, y nadie lo sabría nunca, uno de los muchachos con el que me cruce el segundo día, tenia la mandíbula rota y había perdido los dientes, entre la carne sanguinolenta se podía apreciar un alambre supuestamente para sujetar lo poco que le quedaba sano, le llevaban en bolandas, dos policías y no podía ni poner los pies en el suelo, los iba arrastrando como si fuera un muñeco de trapo.

Tanto dolor y tantos gritos me hicieron vomitar, nadie vino a limpiar el regalito. Hasta después de muchas oras,

Al tercer día cuando me llamaron a declarar ya no era persona, estaba suicísima olía mal y llevaba sin probar bocado, ni beber dos días, habían cambiado a los policías, el que ahora me preguntaba, me trajo una botella de agua que vacié ávidamente y me permitió lavarme para continuar con sus preguntas destinadas principalmente a culpabilizar de todo a mi compañero de infortunio, cosa que, tonta de mi, no entraba en mi ética, Así que como se dice en argo carcelario me comí todos los marrones..

Cuando traían el almuerzo, que consistía en un recipiente de aluminio lleno de garbanzos cocidos, tres veces al día, me pedían el plato y como no tenía me tiraban los garbanzos al suelo entre tanta inmundicia, ha sido terrible revivir todo esto, pues la memoria es sabia y hay cosas que esconde en el cajón mas recóndito del cerebro.

Tres días eternos, en los cuales no comí ni dormí, parecía estar soñando no podía ni pensar.

Al cuarto me metieron en un furgón. Por fin, compañía, me sentía como cuando en el colegio te llevaban de excursión al campo y podías disfrutar de la naturaleza con total libertad,(a los hijos del foro, poder pisar hierba y meter los piés en un rió es una bendición), después de tanta oscuridad, miedos y pesadillas despierta, el ir acompañada de chicos y chicas y escuchar sus risas era maravilloso, aunque fueran asesinos y chorizos.

Aunque el furgón era blindado y no se viera la calle, me sentía un poquito mas libre, aunque la verdad tenía miedo porque me veía muy inexperta y las personas con las que me encerrarían en una celda de los juzgados podrían resultar peligrosas.

En la celda que me toco, había cuatro chicas con aspecto de delincuentes de altos vuelos por las joyas y vestimenta que llevaban, al principio me miraron con asco, debía estar muy sucia y olería mal, después de que me reconociera el forense, que por cierto, ni siquiera me miro. Me permitieron que me aseara y hasta me dejaron meter el macuto en la celda.
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Cómo habíamos regresado antes de tiempo del viaje a Andalucía, me quedaban latas de conservas, que no dude en ofrecer a mis compañeras, esto me abrió su confianza.

Allí conocí a la que sería mi mediadora Elena Pérez Palomita, atracadora de bancos al estilo de Patricia (no se su apellido), se acuerdan de aquella niña rica americana que tras sufrir en un secuestro el síndrome de Estocolmo se dedicaba a atracar bancos con una ametralladora, pues Elena era la misma versión, pero a la española, solo que Elena era vieja conocida de los juzgados y sabia que subiría a yeserias, pero también venia de una familia de clase alta y ella siempre decía que tenia que ganar lo mismo que su padre que era director y propietario de una importante empresa, solo que por otros cauces.

También conocí a Rosa una macarrilla de Vallecas que me las aria pasar muy mal más adelante.

Mis compañeras me animaban, asegurándome que saldría de los juzgados, en libertad, como iban a encarcelar a una niña de 16 años sin antecedentes por unos botes de “bustaid” me aconsejaron que declarara ser adicta, porque reconocer que no eran míos no entraba dentro de mis principios.

Los funcionarios en los juzgados eran mucho más agradables que en la DGS y todos los que me tomaron declaración se extrañaban de que no teniendo antecedentes y por algo tan nimio me hubieran inculpado. Me daban palmaditas en la espalda, diciendo, tranquila guapa, ya veras que pronto estas en tu casa.

Yo tenía la esperanza de salir en libertad de allí y así mi familia que no me esperaba todavía del viaje, no se llevarían semejante sobresalto.
Al tercer día nos notificarían las libertades y las que subirían a la cárcel, me llamaron a oficinas.
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Funcionaria:. Anda cielo ven, a firmar la libertad..

Daba saltos de alegría, por fin terminó la pesadilla, el policía me dejo bajar sola a calabozos y hasta llegue a la calle, solo para respirar un momento, pues volvería a despedirme y recoger mi macuto
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Llegue a los calabozos eufórica, cantando feliz, y cuando le pedí al funcionario que me dejara pasar a por mis cosas;, me dijo:, pero si tu subes a Yeserias.
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El macuto se me escurrió de entre los dedos provocando un gran estruendo de latas de conservas .

Esto esta equivocado, pero si acabo de firmar mi libertad
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Funcionario: Si claro as firmado la libertad por la peligrosidad social, pero te queda la causa y el juez que la lleva es el de Linares Baeza, que es por donde pasaba el tren cuando te detuvieron, lo siento, si te hubiera tocado un juez de aquí seguro que te habría dejado marchar.

Se me callo el mundo a los pies, mis compañeras me abrazaban y besaban, mira el lado bueno Alicia, vas a entrar con nosotras y te aseguró que somos muy respetadas en el “maco”, seguro que estarás pocos días..Tómatelo como una experiencia nueva.

CONTINUARA

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