Aquí me encuentro hablando de perros y garitos, de los problemas que entraña el dar tu amor a un ser para mi humano aunque no lo sea, los correos el tiempo todos dan error es como si el dios del tiempo estuviera revolcándose con alguna concubina olvidándose por tanto de sus obligaciones más naturales, hoy os voy a contar una verídica y alucinante historia que me paso en este pueblo de dios, que conste que soy absnostica hace la friolera de 10 años.
Yo chic@s voy por las noches al puerto a pescar chipirones, esto se pesca con la potera que es un pescadito pequeño con muchos arpones en la punta para que el calamar o chipirón quede apresado después de buscar su manjar.
Acaeciese en el mes de Agosto y yo como todos los días iba al puerto a pescar, pero cuando estaba aburrida me cogia las dos cañas, ( no se muy bien por que llevo dos será por los agregados), pues bien sin mas dilate cogí mis dos cañas y me fui bordeando la playa de la Concha que esta después del puerto, hasta la Escondida, allí tienes buena musiquita y algún que otro chupito, pues bien, cuando llegué estaban todas las mesas ocupadas excepto una en la cual me fijé pues había dos sordomudos y a mi como me gusta mucho comunicarme con la gente de otras dimensiones acústicas, les pedí permiso para sentarme a dialogar con ellos cosa que les pareció cojonuda (con perdón) y rápidamente me tendieron una silla.
Ellos leían muy bien los labios y se defendían muy bien con su vocabulario por lo cual fue una conversación fluida e interesante. Llego un momento en el que me preguntaron por las cañas y yo les explique que iba a pescar el chipirón con la potera, a lo cual los dos pusieron cara de asombro y me pidieron por favor si podían ir a pescar conmigo el chipirón al puerto, a lo que yo les dije que sí que estaba encantada de la vida con la idea.
Allí íbamos los tres por las tablas que bordean la playa hacia el puerto.
Pues bien llegamos y normalmente el puerto esta lleno de gente, pues en esta ocasión solo estaba Muiños, que es un armador que tiene cetareas en Ortigueira y que había estado pescando con sus dos hijos los cuales dormían como angelitos en la parte de atrás del coche.
Cuando llegamos yo le di una caña a uno de los sordomudos y la lanzo, con tan mala suerte que quedo enganchada la potera en una lancha y se rompió. Antes de que me quisiera dar cuenta estaba mi amigo (no recuerdo el nombre) con los pantalones bajados y las zapatillas quitadas ósea totalmente en calzoncillos dispuesto a tirarse a la mar a buscar la potera y yo cuando le vi le dije, pero estas loco si poteras se compran a 6 euros las que quieras, entonces se acercó Muiños y levanto el maletero del coche y allí había cañas, poteras, gusanos y todo tipo de aparejos para pescar de todo.
DE PRONTO:
Entro una niebla muy espesa como yo no había visto antes en toda mi vida, no se veia a medio metro y lo mas alucinante, la mar parecia que hervía, echabas la caña y cojias de todo: lubinas, doradas, calamares, todo tipo de pescado, algunos no se ven nunca en el puerto y sin dar tiempo casi a encarnar.
Cuando vimos a Muiños, ya llevaba varias agujas y otros pescados, en el fondo de una bandeja blanca con asas, pues bien estuvimos hasta las 6 de la mañana pero sin parar de pescar, los dos sordomudos no cabían en su felicidad, Muiños y yo tampoco, ninguno podia creer lo que ocurria, pues bien como ya era tarde y los chavales eran de Coruña. Yo acababa de estrenar mi piso de espesante pero tenía una habitación para que pernoctaran y no tuvieran que viajar tan tarde. Entonces en el puerto les dije que esa noche se quedarían en mi casa, pero a Muiños le dije: yo sólo quiero un calamar y una lubina, lo demás lo llevas tu que tienes cetareas. Yo me hacia pis por lo que le esplique esto y me fui a la Escondida, el pub que antes les comente a desahogarme, quedamos en esto, pero cuando salí de la Escondida me ví a los dos sordomudos con todo el pescado que casi no podían transportarlo de lo que pesaba que venían andando por las tablas, pero este Muiños si yo solo quería un poquito.
En fin imagínense la cara de mi marido cuando llegué a las seis de la mañana con dos sordomudos y 70 kilos de pescado, los ojos se le salían de las orbitas, pero estaba tan cansado y aquí hay tal cantidad de pescado que yo prefiero seguir durmiendo, y así llene toda la bañera, (la casa recién estrenada) y me puse a limpiar pescado, regalé a todo el pueblo pescado, congelé, y tire el que era del puerto, así pase toda la madrugada, hasta que los dos sordomudos se fueron en silencio y yo caí dormida en el sillón agotada, por la mañana mi marido tuvo que limpiar escamas y tirar la caja blanca donde venia toda la pesca, en fin una noche inolvidable no me importa no pescar, pues he pescado para el resto de mi vida. Un beso
Preciosa historia y muy simpática tu forma de narrarla. Se nota sinceridad en el tono y misterio en el fondo de la realidad. Un besote amiga.