La pintura (otro destierro)

No había vuelto a pensar
hasta aquella madrugada.
El zumbido de un retrato
decoraba la pared,
semidesnuda.
Cuántas láminas
olvidadas en el tiempo
yacían desgraciadas
en el tumulto de arroz
que abrigaba el suelo.
Descoloridas, sí,
pero mágicamente iluminadas
por tentaciones;
esparcidas quizá
en el desván psíquico del lugar aquel
-del que no se regresaba-.

Coros semiagudos entonaban
un milagro,
había vuelto a pensar(se)
luego de aquella madrugada
de escalofríos.
Había vuelto a sentir(se)
parte del tiempo,
parte del cuadro,
compartiendo sus pies
con las serpientes;
mientras el reloj medía
el eco del siniestro;
mientras medía las absolutas horas
resueltas en el páramo.

Bien le sentaba aquel sombrero,
dibujando notas en la pared,
(tal decía el clissé)

Que nostalgia.

2 comentarios sobre “La pintura (otro destierro)”

  1. Esa es la nostalgia firmemente creadora, la que nos abarca en el momento de la visualización de nuestros espíritus a través de algo tan sensorial como la pintura de las horas absolutas. Me haces pensar(me) y sentir (me). Gracias por ello y un beso, Celeste.

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