Siempre supe de tu existencia,
pero no te pude encontrar.
Y solamente en mis sueños, pude verte al final.
¡Ay amor de mi vida!, ¿en qué realidad estás?
que solamente en mis sueños tu me dejas entrar.
Siempre te busqué en las olas.
Siempre te busqué en el mar.
Y cuando logro encontrarte,
me traicionas en mi sueño y me alejas sin dudar.
Haz que tu presencia sea eterna y que me enrede en tu pelo para junto a ti descansar,
ya que sólo deseo la miel de tus labios que tu me sabes dar,
y fundirme contigo en la eternidad,
porque sin ti yo no deseo despertar.
En mis sueños viví tu amor hasta envejecer,
pero fuera de ellos no te pude ver.
Con mi subyugante anhelo logré encontrarte en nuestra realidad.
Y te reconocí como el amor de mis sueños.
Pero distante de mí: más allá del arco iris y del mar.
Sentí miedo y me estremecí, el amor que en mis noches yo conocí,
me sería negado en nuestro mundo real.
Sentí caer en un pozo oscuro y sin fondo,
en el que vas cayendo y nunca llegas al final,
Me sentí traicionado por el destino.
Y por haber nacido en diferente época,
aquel amor de mis sueños me fue prohibido,
las inexorables medidas del tiempo me lo impedían.
Mientras yo era un envejecido por el paso de los años,
tú eras una joven hermosa, rubia y de ojos azules.
Temeroso de mí, me escondí para que no vieras mi cara.
Y dudé si la mujer que yo amaba en mis sueños,
también podía existir ante mis ojos sin oscuridad.
Quise comprobarlo y regresé a ellos.
Mi decepción fue grande, ya no te pude hallar.
Me sentí fracasado y quise morir.
Para entrar en la otra realidad de tu existencia,
donde no exista el tiempo ni el envejecimiento,
que impida que nuestro amor sea imposible.
José Antonio…