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Cicatrices del alma C.9.La brisa de la libertad.

La brisa de la libertad y el fin de mi cautiverio.

En realidad debido a mi corta edad no sé exactamente los años que estuve en aquel centro de castigo para niños, si fueron dos o tres, o quizás más, ¡ pero que importaba ya! Lo importante es que mi liberación estaba ya muy cerca.

La Junta de protección de Menores de aquel albergue presionó y conminó a mi madre para poner fin a nuestra estancia allí. Este proceder por parte de la Junta fue motivado por las siguientes circunstancias: según estos señores habíamos sobrepasado el tiempo permitido allí, agravando la situación de falta de espacio que tenía el centro, ya que allí eran constantes los ingresos de niños hasta el extremo de llegar a colapsarlo y sobrepasar con creces las plazas permitidas. Sigue Leyendo...

Cicatrices del alma C. 8. El cambio.

Llegó el esperado día del cambio.

El nuevo comedor, además de ser mucho más grande ya que mediría sobre unos trescientos metros, incorporaba mesas y sillas como novedad. ¡Por fin podríamos comer sentados como personas!

El dormitorio se componía de dos salas de doscientos metros cada una. Las camas estaban alineadas en filas, con mejores colchones que las anteriores y, además, sus correspondientes sábanas.

En los aseos y duchas también hubo algunas mejoras, aunque seguiríamos duchándonos sin jabón y sin agua caliente para asearnos como Dios manda. Sigue Leyendo...

Cicatrices del alma C. 7. Mi enfermedad.

Mi enfermedad y el día a día en el Colegio.
A pesar de la ayuda de mis hermanas yo seguía pasando mucha hambre. Entre el hambre, la falta de higiene, la apatía y tristeza que me invadía caí gravemente enfermo y poco faltó para que la vida se me escapara.

Todo empezó en que poquito a poco fui dejando de comer los escasos alimentos que allí nos proporcionaban, al igual que el chocolate que me daban mis hermanas. Llegó el día que no tomaba alimento alguno, se los daba a otros niños. Aparte de ser el más pequeño de todos los que nos encontramos allí, era muy tímido y ni mis cuidadores se enteraron, ni yo les dije nada de lo que me estaba pasando, hasta que un día en el recreo, cuando todos los niños jugaban, perdí el conocimiento y caí al suelo desplomado. A partir de ahí no recuerdo nada más. Sigue Leyendo...

Cicatrices del alma C. 6 El colegio

El comedor mediría unos ciento cincuenta metros, componiéndose todo su mobiliario de bancos de madera que hacían de silla y mesa, pues cuando teníamos que comer lo hacíamos de rodillas y utilizábamos el banco como mesa.

En una de las paredes había tres piletas con sus correspondientes grifos para poder beber agua cada vez que tuviéramos sed. Eso era todo.

El dormitorio mediría unos doscientos metros y en cuyas paredes se alineaban las camas empotradas en la pared. De día permanecían colgadas sobre la pared y de noche cuando nos íbamos a dormir las descolgábamos para que quedaran horizontalmente con las dos patas traseras apoyadas en el suelo. Sigue Leyendo...

Aquella triste mañana.

Aquella triste mañana mi madre no despertó, la perdimos para siempre y con ella se llevo parte de nuestro corazón.
Tras recibir la noticia no tardamos en llegar, rotos por el dolor y derrotados por la indefensión.
Las palabras del doctor nos sonaron a un bombazo y aún nos quedo la duda si aún se podía hacer algo.
Ante aquella trágica noticia que perdíamos a nuestra madre, se nos rompió el corazón y nuestra impotencia fue grande.
Abandono este mundo sin poder decirnos nada, pero en la expresión de sus ojos si que pudimos ver, el amor que derrochaba. Sigue Leyendo...

La realidad de mis sueños.

Siempre supe de tu existencia,
pero no te pude encontrar.
Y solamente en mis sueños, pude verte al final.
¡Ay amor de mi vida!, ¿en qué realidad estás?
que solamente en mis sueños tu me dejas entrar.
Siempre te busqué en las olas.
Siempre te busqué en el mar.
Y cuando logro encontrarte,
me traicionas en mi sueño y me alejas sin dudar.
Haz que tu presencia sea eterna y que me enrede en tu pelo para junto a ti descansar,
ya que sólo deseo la miel de tus labios que tu me sabes dar,
y fundirme contigo en la eternidad,
porque sin ti yo no deseo despertar. Sigue Leyendo...

Cicatrices del alma. C. 4. Nuestro Viaje a Valencia. 1942

El motivo de este cambio tan negativo y tan drástico para nosotros, nos lo causó un malvado sin corazón y sin escrúpulos que vino de no sé qué lugar y supo convencer a mi madre para unirse a ella en pareja.

Este mal nacido, aprovechándose de la ignorancia de mi madre y de su buena fe, la engañó miserablemente prometiéndole felicidad y un bienestar para todos nosotros si se unía a él en pareja. La presionó para que vendiera todo cuanto tenía, pues según él ya no nos haría falta, nos iríamos a vivir a Valencia. Allí disponía de una casa y podríamos vivir juntos holgadamente ya que su situación económica se lo permitía. Sigue Leyendo...

Cicatrices del alma. 3, La Vuelta de Mi Madre.1940

La Vuelta de Mi Madre
Y la Muerte de Mi Padre.1940

Un día que nos encontrábamos almorzando en la casa del abuelo fuimos interrumpidos por la visita de una mujer toda vestida de negro.

Esta mujer, como más tarde sabría era mi madre, quien al verme muy escurridizo respecto a ella se dirigió hacia mí con la intención de darme un beso, pero ya no la reconocía y huí de ella refugiándome en las faldas de mi abuela, ya que la separación entre ambos dio lugar a que creyera que ésta era mi madre.

Cicatrices del alma. Capitulo. 2. Mi nacimiento. 1937

Mi Nacimiento y el Accidente de mi Padre.1937

Así eran las cosas cuando abrí los ojos por primera vez, ocupando el cuarto lugar, el de varón (las otras tres eran niñas: Isabel, María Dolores y Rosa).

Mis hermanas, a las que quiero y adoro con todo mi corazón, se convirtieron en mis protectoras, renunciando en mi favor incluso a lo más elemental para su subsistencia y de esta manera evitando que en parte yo careciera de ello.

Mi madre fue una mujer excepcional. Gracias a su sacrificio y a su fortaleza impidió que en aquellos años de hambre sus hijos llegáramos a perecer. No le importó exponer su propia vida por nosotros. Sigue Leyendo...

Cicatrices del alma. Capitulo. 1

Quiero dedicar estas memorias a las personas que me ayudaron tanto en esta aventura que es la vida, en general a gran parte de mi familia y a la de mi mujer.

Y en particular a mi padre, al que casi no tuve el gusto de conocer. A mi madre, Isabel, y a mis hermanas, Isabel, Rosa y María Dolores, que tanto me ampararon en la niñez. Y, como no, a mi hermano Domingo.

A mis hijos Isabel, Paquita, Juan José, Jorge, Alex, Raquel y Noemí. A mis nietos, sobretodo a Tamara. Y a tantas personas que bien auxiliándome o favoreciéndome, colaboraron a hacer mi existencia algo más fácil. Sigue Leyendo...