Los vientos de la mañana,
vienen cargados de sueños,
de esperanzas que renacen,
como el sol cuando asoma,
cada día en forma pletórica,
semicírculo tímido en el inicio,
que da paso a un gran disco.
Color naranja que poco a poco,
comienza a brillar tenuemente,
ganando luminosidad y fuerza,
hasta que sin darse cuenta,
se convierte en una amarilla,
e incandescente bola de luz,
inconmensurable y cegadora.
Así como el sol se recarga,
con fuerza cada noche,
es como consigo fuerzas,
para cargar mi bolígrafo,
y dejarle que se vuelque,
cada mañana en el papel.
La pasión de mi escritura,
aparece fiel cada amanecer,
como espíritu vertiginoso,
caminando sobre el papiro,
de forma tímida al principio.
Pero volviéndose sinfonía,
de palabras al confluir triste,
mi pensamiento sobre las,
calmadas horas diurnas,
en las que dejo mis letras,
sobre este celulósico manto.
Con tus curiosas comas al final de cada verso has descrito un amanecer vital que perdura en el ánimo de quien vive alerta hasta el anochecer. Haces una buena exposición meditativa al mismo tiempo que impones un ritmo mconsecuente con la idea. Buen poema.