Hoy todavía, cuando hago esa ruta en el tren de cercanías, lloro al acercarme a los lugares de los atentados. Supongo que si tuviera que pasar a diario ya me habría acostumbrado, pero al no ser así revivo todo el dramatismo de aquellos primeros momentos en mi casa, cuando nos llamaron desde un tren que iba cuatro minutos por delante del que hizo explosión en Atocha, pusimos la televisión y nos horrorizamos.
Revivo cómo me quedé incomunicada, sin teléfono fijo ni móvil, cómo tuve que comunicarme con los míos a través del correo electrónico.
Revivo los sonidos de las sirenas de las ambulancias, que llegó a ser ensordecedor.
Revivo las llamadas, cuando ya se restableció el servicio, primero de y a los familiares para preguntarnos si estábamos bien, lo que afortunadamente fue así.
Revivo las llamadas de mis amigos extranjeros, que tenían una información más verídica que la nuestra.
Recuerdo que sólo me consolaba ponerme la música de “La retirada de Madrid”, de Boccherini.
Tras haber vivido 13 años lejos, muy lejos, de mi tierra patria España, yo regresé cuando hacía solo unos días (seis exactamente) había ocurrido el día más luctuoso de la Historia Española en cuanto a terrorismo se refiere.. Recuerdo el ambiente de dolor y frustración que existía en Madrid y recurdo que estuve visitando varios días los tres lugares donde explotaron las mortíferas bombas. Ahroa queda sólo el recuerdo pero me imagino la tremenda conmoción que debió suponer pàra quienes estaban entonces en Madrid. Por cierto yo iba todos los días a trabajar a la Estación de Trenes de Atocha justo a la misma hora que explotaron las bombas… sólo que 13 años antes. Así que entiendo netamente la angustia de personas que, como tú, teníais tan cerca de vuestra cotidianeidad esos trenes y metros de las horas de la mañana en Atocha. Por otro lado tu texto habla de una alta sensibilidad y laas personas sensibles nunca pueden olvidar del todo. Un abrazo, Carlota.
Tienes razón, Diesel, es una herida que llevamos y llevaremos siempre en el corazón.
Un abrazo.