La Rosaleda

Hay cosas que juntas funcionan mucho mejor. De mis soledades vengo, a mis soledades voy y, por el camino, pienso en verdad quién soy. Luces de mediodía en La Rosaleda del Parque del Buen Retiro de Madrid. Tiempos de La Rosaleda, Heliópolis, La Romareda y Los Cármenes. Quedaron atrás los tiempos de la Fiocchi y por delante tengo todo un horizonte como destino por descubrir. La Princesa sigue latiendo dentro de mi corazón cuando la soledad es un tiempo detenido entre las rosas. Detengo el paso. Me quedo mirando un rosal. Quizás en ese horizonte esté, en verdad, la libertad mientras la Princesa que llevo dentro ha comenzado a cantar: !Oh… sí, sí… ¿quieres caminar conmigo?. Yo camino entre las rosas rojas hacia la incógnita del horizonte. Rosa roja. Una sola rosa roja en mi corazón encendido en medio de la luz del mediodía. Es hora de aprender a soñar. Rosa roja. Una sola rosa roja mientras, rodeado de muchas otras más radicales, sigo siendo un niño que camina bajo el sol. Quizás todavía no sé cantar bajo el sol pero cuando llegan las noches, bajo las lunas y en medio de la oscuridad, empiezo a quererla. Entonces sí. Entonces, bajo las lunas, me vuelvo bohemio y te canto a ti, Princesa que vives dentro de mi corazón.

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