Hila una rueca
el hilo infinito de mi dolor.
Entre chillido y chillido,
el pie no cesa su movimiento.
Cada vuelta es un lamento
mientras que se enreda
en las manos de una vieja.
Diez guadañas son sus dedos
diez arañas,
diez anzuelos.
Su mirada siempre fija.
Su sonrisa;
sínica, borrosa,
acentuada en la comisura
izquierda de sus labios.
Sobre pequeñas lápidas grises
lucha mi cuerpo.
Rasgando paredes
cada vez mas anchas.
Implora mi aliento
por tus brazos.
Dónde estas caballero?
Es que acaso
no vendrás por mi?
Hila la rueca,
hila…
………….
entre chillido y chillido
el pie no cesa su movimiento.
¡Que imagen, la de la viejilla, tan dulce y tan fiera a la vez! Que imaginación tan fuerte. Me gustó el texto