La singular presencia del recuerdo

Como leo en los pensamientos diarios del Vorem, para Francois Mauriac escribir y leer (ambas cosas a la vez) es recordar. Yo estoy plenamente de acuerdo con ello. Porque al escribir recordamos lo que fuimos, lo somos y lo que algún día llegaremos a ser. Y al leer recordamos lo que fueron otros, lo que son otros y lo que llegarán a ser otros. Y en esa multiforme pluralidad de recuerdos pasados, presentes y futuros (propios y ajenos) construímos mundos de percepciones vitalistas que abren nuestros caminos a nuevas propuestas.

Escribimos lo que recordamos que fuimos algún día en que pronunciábamos deseos de ser. Escribimos lo que recordamos de nuestra historia personal y presente mientras nos vamos formando un ser viviente. Escribimos lo que recordamos que algún día del pasado y del presente hemos soñado para nuestro futuro. Leemos, igualmente, los recuerdos vivientes de hombres y mujeres que fueron, son y serán, perpetuos recuerdos.

Y en ese laberíntico existir de recuerdos que fluyen y se entrecruzan entre el pasado, el presente y el futuro de todos los demás y de nosotros mismos, vamos alimentándonos de ese conocimiento singular que es el autoconceptuarnos como seres vivos en libertad de camino.

Continuamente los recuerdos nos atan y nos desatan voluntariamente, en un zigzag de vaivenes alternos, a estas nuestras propuestas de estar aquí, al otro lado del teclado, al otro lado de la pantalla, al otro lado de la existencia, visualizando vidas alternativas y descubriendo mundos.

4 comentarios sobre “La singular presencia del recuerdo”

  1. Recordar, aunque sean recuerdos desagradables, es vivirlos, `pues el presente transforma el recuerdo por lo que tenemos infinitos recuerdos para infinitas vidas, y eso es maravilloso, poderlo expresar aquí, me recuerda a cuando era jovencita y en la montaña alrededor de una hoguera, un grupo de amigos intercambiabamos experiencias y pensamientos,siempre seremos jovenes amigo José.Siempre que compartamos sin miedos sociales ni ataduras interiores.un besazo

  2. Tienes razón Carlota,en ocasiones aprendemos mas interiormente de los recuerdos desagradables que de los agradables, no se puede uno estancar en el odio y no querer recordar, no es sano,un besazo

  3. Pues sí, es verdad, Diesel, parece que al intercambiar los recuerdos del ayer y las impresiones del presente de otros compañeros y amigos, de alguna manera se convierten en nuestros.

    Se dice que el pasado hay que olvidarlo totalmente, pero, si ha habido cosas memorables ¿por qué olvidarlo, si se puede sacar alguna lección? Y digo memorables no ya por positivas, sino a veces lo contrario.

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