La víspera.

Medito.

Maravillado por el crepúsculo,
impávido sobre la inerme hospitalidad del césped,
solicito sin apremio, la compañía del tabaco,
lo quemo con deliciosa lentitud,
y espero, confiado,
el breve y cómplice monologo del humo,
y su intima compañía, persuasiva, intuitiva,
que opina en la quietud,
sobre el epilogo del misterio,
en el umbral del silencio.

Y evoco mis recuerdos.

Mi infancia…
Frágil y tierna,
cargada de secretos desafíos.

Esa adolescencia…
Imprevista y audaz,
que pasó por mi vida y dejé alegre,
loca, tatuada de ilusiones, todavía enamorada,
y con las manos llenas de caricias.

Aquella juventud…
Trinchera de ideas,
artillería de poesías y musas,
lema de la ira y el beso, la ternura y el amor,
embriaguez y plenitud,
certidumbre del ser,
manera de lo humano.

Ésta vejez…
Paramos construidos de polen y esperanzas,
tregua imaginaria, ausencia voluntaria,
enjaulado sin rebeldías ni júbilos.
El beso y la ira todavía, aún la ternura,
siempre el amor.

Mi muerte, ese instante impasible,
la espero, en la agonía del cigarro,
en la noche, en la vigilia,
ésta noche de víspera
áspera y latente.

Un comentario sobre “La víspera.”

  1. Ahora que he leido algún poema tuyo, veo que aparecen temas reiterativos que te precupan como el transcurso de la vida, el amor/desamor y la muerte/ausencia-presencia de lo divino.

    También tienes una forma particular de estructurar el poema, comienzas cada estrofa con una idea y la desarrollas, es decir, por ejemplo : infancia …(es tal cosa) o adolescencia …(es tal otra). Lo he observado en varios poemas tuyos.

    Por otro lado, este poema es muy fresco, vitalista y tiene un cierto aire a Walt Whitman, quizás por ese cesped que me recuerda a su “Hojas de Hierba”.

    En fin, que decir,es muy bueno.

Deja una respuesta