Lago

Dejábamos correr los besos olvidados
deslizándose sobre los toboganes
incólumes
del agua…

Las caricias aleteaban
unísonas y sigilosas
entre tímidas, ardientes, paralelas…
Desde el recóndito paraje
los ojos observaban el lago
que, mayestático,
rebosaba de faunos saltarines.

Tu belleza de cristal
rebotaba en los cielos del otoño
y cubría
palpitantemente,
mis abrazos derretidos.

Al rumor de las hojas paralelas
cayendo, ingrávidas,
por los suelos amarillos,
el lago sonreía
con su verde sueño
entre las cortinas del aire.

Y un sentido infinito,
pleno,
acariciante,
rumoreado de estrepitosa calma,
giraba en el horizonte
para volvernos a fundir.

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