Su cuerpo lentamente dejó de temblar, se volvió hacia él y le miró placidamente.
Estaba ahí, tumbado, sobre su cama, con los ojos cerrados y el peso del cansancio. Le observaba despacio, saboreando cada centímetro de su piel, con el cariño de quien por un momento sabía que había sido suyo.
La luz tenue se filtraba entre las rendijas de la persiana, resaltando el color de su pelo, algunos mechones caian sobre su bello rostro. Sabía que tenía que saborear hasta el último segundo, de aquellos maravillosos instantes. No tardaría en levantarse, soñoliento, enamorado. La besaría con pasión una vez mas, la abrazaría contra su pecho antes de vestirse y marcharse.
Por eso se deleito en mirarle, acariciándole con los ojos su piel, rozando con su mirada sus hombros tan perfectos, la tentación de tomar sus labios y traerlos hacia si, saborearlos largamente era muy fuerte, pero prefirió alargar al máximo posible ese tiempo compartido que pronto desaparecería.
En esos momentos repasaba su historia, su tiempo en común. Desde aquel día en que el destino hizo que se encontrasen hasta ese mismo momento en que sus cuerpos chocaron en una sinfonía de pasión incontrolable.
Pego su cuerpo con delicadeza, con la misma de una gata enamorada, casi ronroneando se acurruco tan dulce y suavemente que una intensa sensación le recorrió el cuerpo.
Ese calor, esa seguridad en su amor pueden más que mil razones.
Así, con esos pensamientos, sensaciones, rondando su mente, con la satisfacción sexual de los momentos vividos, con el amor que sentía por él, le rebosaba cada poro de su cuerpo, se sentía amada y sobre todo sabia que la unión física que acaban de tener solo era la expresión de la unión de sus almas.
Y recordaba las palabras, las tres palabras por él pronunciadas: mi cuerpo, mi alma y mi ser se definen en tres palabras “Solo para ti”.
La experiencia lúdica de un encuentro amoroso es digna de ese cálido placer que con tino alientas en tu relato. Sólo para tí viene a significar que tú eres todo el universo. Cuando sientes que formas parte unívoca de otro ser a quien amas es cuando puedes decir que sabes amar más allá de cualquier límite impuesto por las circunstancias ajenas. En tu texto se refleja esa sensación de saber saborear el instante amoroso con las tres palabras/partes o los tres síntomas participativos del amor: cuerpo, alma y ser. Eso vale más que mil razones de psicología intercomunicativa. Cuando nos sentimos ósmosis completa es porque saboreamos los segundos de la compañía íntima del ser amado.
La piel de no rozarla con la piel,
se va agrietando.
Los labios de no tocarlos con los labios,
se van secando.
Los ojos de no cruzarlos con los ojos,
se van cerrando.
El cuerpo de no sentirlo con el cuerpo,
se va olvidando.
El alma de no entregarla con el alma,
se va muriendo. Bertol Brecht
Un beso, y gracias por tus bellos comentarios.