Leoncio y Tristón.

Dejando a un lado a las chicas (por eso de que son damas y a las damas hay que tratarlas con cariñosa amistad) yo no sé por qué hay tantos hombres que se avergüenzan de cómo se llaman. No hay que tener ninguna clase de complejo por los nombres que nos han puesto nuestros padres. En realidad tan santo es Tiburcio como Agustín. ¿Y qué decir de Leoncio? ¿Es normal tener complejo por llamarse Leoncio? Entre mis recuerdos sobre dibujos animados me vienen a la memoria, ahora, las escenas de Leoncio y Tristón. ¿Tenían complejos Leoncio y Tristón porque les pusieron esos nombres? Quizás Tristón sí los tuviera y de ahí su sempiterno pesimismo, pero Leoncio, a pesar de llamarse Leoncio, era tan optimista que veía la vida en positivo. Recuerdos. Recuerdos de adolescencia.

Todos nos identificamos con un nombre y por llamarse Agapito o Tolomeo no hay por qué tener vergüenza. Yo me llamo José y sé que no soy un santo de los muchos San José que existen en el calendario gregoriano pero siempre he mirado la vida desde el lado optimista de mi nombre. Común pero normal. Tan normal que existen millones de José por todo el Mundo. Pero vuelvo a mis recuerdos de Leoncio y Tristón.

Regreso al día de hoy. A estas alturas del tiempo de la vida yo me sigo preguntando si es lícito o no es lícito que, cuando un ser humano sufre ciertos traumas psicológicos por culpa del nombre que le han puesto sin consultarle, previamente, para nada, se puede cambiar por otro que le agrade más. Conozco el caso de un allegado familiar, un tal Marcelino que, quizás por aquello de “Marcelino, pan y vino” que cantaba Muriarte en el colegio, decidió voluntariamente llamarse Pedro y que todos le conociesen como Pedro. También sé el caso de otro allegado familiar que, traumatizado por su nombre de pila bautismal, pedía que, por favor, le llamásemos Toni (como el héroe de “Amor sin barreras”) cuando jugábamos al fútbol al lado de la ribera del Manzanares.

Estoy reflexionando y llego a la conclusión de preguntarme ¿por qué tiene que sufrir un hombre la frustración y el trauma psicológico de tener que llamarse Sandalio, Próculo, Agapito o Tolomeo, por ejemplo? Creo que existe una Ley, en España, que permite el cambio de nombre o de apellidos cuando, por su causa, se puede ser objeto de burla, mofa y/o cachondeo por parte de los demás. Lo que no he llegado nunca a comprender es el caso de algunos hombres que frustrados por el nombre con que les bautizaron en contra de su voluntad, cometen la crueldad de poner a sus hijos esos mismos nombres que ellos rechazan. No lo he entendido jamás a no ser que sean hombres vengativos contra ellos mismos.

Menos mal que a mí no me endiñaron un nombre tan frustrante como, por ejemplo, Apapucio. Doy las gracias a mi padre por evitarlo. Y sigo con mis recuerdos de Leoncio y Tristón. Porque cuando alguien escribe es que alguien siente.

14 comentarios sobre “Leoncio y Tristón.”

  1. ¡Jajajajaja! Lo dices por Indalecio Prieto que quizás no apretaba tanto como algunos historiadores han dicho sobre él. O sea que no era el principal de los republicanos y todo ese rollo de la Guerra Civil. No aprieta quien más desea apretar sino quien menos afloja.

  2. ¡Jajajajaja! No es que hiciera el primo sino que hizo el primavera porque era Primo de Rivera y se deduce claramente que al ser Primo de Rivera hizo el primavera durante la Guerra Civil.

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