Acabo de leer “El desorden de tu nombre” de Juan José Millás y la primera sensación que me queda es la de una gran frialdad en el ánimo. Mala cosa. Reconozco (no sé si será pecado mortal) que no había leído nada de este renombrado autor español, pero esta novela me ha decepcionado… aunque la palabra exacta sería que no me ha entusiasmado porque tenía la falsa creencia de que Millás escribía con más calidez. Cada lector tiene su propio “temperamento” y por eso debo decir que esta crítica es sólo subjetiva y no tiene nada que ver con la verdad absoluta. Es la verdad de un lector que no tiene por qué coincidir con la verdad de otros lectores.
Juan José Millás, que hoy tiene 61 años de edad, estudió Filosofía y Letras en la Universidad Complutense de Madrid (ciudad donde vive aunque es nacido valenciano) de lo que se desprende que es un gran escritor porque tiene capacidad y prepara ión suficiente para serlo. Pero esta novela está escrita, bajo mi punto de vista, con un estilo excesivamente frío que, al alejarse de cualquier tipo de barroquismo (cosa que por otro lado es bueno) lo hace con excesiva sequedad y escasez de adorno literario determinativo para hacer más cálida una propuesta que, según mi “temperamento” de lector., queda demasiado encuadrasa en lo “lógico de los hechos”. Busca una “tupida trama” y una “historia compleja” siempre redundante en el solipsismo enfocado hacia una forma radical del subjetivismo en que solo existe el yo y todo lo que se conoce es el yo de los protagonistas.
El libro es una novela corta (nuvelette dicen los anglosajones) dividida en 17 pequeños capítulos cuya trama gira en torno al clásico triángulo amoroso (el ejecutivo Julio Orgaz, su psicoanalista Carlos Rodó y la esposa de éste Laura) con el fondo siempre presente de otro personaje implícito (el recuerdo de Teresa Zagro). Este triángulo amoroso sirve para presentar dicotomías entre realidades y ficciones, subjetividades psicoanalíticas que para mí quedan flojas porque no detallan acertadamente los caracteres y por eso los cuatro personajes principales quedan desvaídos e inconexos (salvo los lazos argumentales por los que están unidos) a la hora de la búsqueda dorsal de sus identidades (que es, al parecer, la intención del autor). Para mí, intención fallida. Y de los personajes secundarios es mejor no decir nada. Absolutamente intrascendentes podían haber sido fácilmente sustituidos por otros o simplemente no haber aparecido en la historia, porque ni tienen presencia ni peso específico ni están tan delineados como para ser sustanciales ni como puntos de referencia. Lo mismo ocurre con el escenario. Es el Barrio de Salamanca de la ciudad de Madrid pero podría haber sido cualquier barrio de cualquier ciudad de cualquier parte del mundo, porque no existe ningún interés por parte del autor en hacer relevancia de este asunto.
Quizás yo haya leído en mal momento la novela (posiblemente en un día no acorde aunque hoy estoy totalmente relajado y la he leído con gusto y de manera agradable) pero una cosa es que me haya gustado leerla y otra cosa es que me haya impactado. Y es que a mí Millás me agrada poco (a no ser que en próximas obras suyas que pueda leer –e intentaré hacerlo- me haga cambiar de opinión).
En definitiva. Es una novela fácil de leer, No complicada en ningún nmomento, Pero si hubiese que llevarla al cine resultaría una película fría y plana (aburrida según mi manera de leer).
Estoy absolutamente de acuerdo contigo diesel, yo no he leído este libro, pero sí algún otro de este autor y, aunque necuentro algunas cosas positivas, al menos, de lo que yo he leído, estoy totalmente de acuerdo en que su interés en alejarse de cualquier forma barroca le ha llevado desde mi punto de vista a relatar una serie de hechos, historias y a describir personajes con los que yo no termino de conectar…me resulta frío (aunque reconozco algunas otras cosas que me gustan), asi que me cuesta decidirme a leer sus libros…
un abrazo
Yo creo, Noelia, que este autor se obsesiona demasiado con descargar a la literatura de emotividades subjetivas y por eso sus obras resultan de buena factura (porque es cierto que escribe muy bien) pero exentas de calidez necesaria para llegar al ánimo del lector. Su imaginación se ve así restringida a lo sumamente necesario y aun cuando teje bien los argumentos yo creo que los pone en una situación muy lejana a la emoción… por eso a mí particularmente me resulta seco.
Totalmente de acuerdo contigo…
un abrazo