Estoy solo. Toby ya no está, Miguel sigue buscándose la vida y un amor con que calentarla. Wendy tampoco está. Sólo tengo una pequeña emisora de radio pero no funciona bien y sólo escucho ruídos ininteligibles. NO escucho, en la atmósfera, esta atmósfersa asfixiante, más que ruídos sin sentido alguno y tú te has ido con tus amigas.
Las voces que a veces escucho, las voces humanas, apenas me sirven para nada. Mi amigos me piden que no falte a la cita para hablar de Rimbaud, de Verlaine, de Mallarmé… que es muy necesario que yo esté presente… pero… ¿qué me importa a mí ya el simbolismo francés?. Me ruegan que es muy importante que yo esté en esa tertulia pero yó sólo pienso en ti. Pienso en la Residencia del Doctor Escudero (a la vez que en otras Residencias más). Pienso en las compensaciones bancarias (a la vez que en otras compensaciones más). Pienso en la playa de la Manga del Mar menor (a la vez que en otras playas más). Pienso en el autobús de Segovia a Madrid (a ñ
la vez que en otros autobuses más). Pienso en la pista de arena de tenis (a la vez que en otras pistas de tenis más). Pienso que en todo ello siempre has estado tú. Así que cojo el teléfono y marco tu número pero antes de que me respondas cuelgo… porque libre te quiero per sí mía. He decidido no hacer caso a mis amigos y no voy a ir a la tertulia sobre Rimbaud, Velrlaine y Mallarmée. No me interesan para nada. Estoy pensando en el ayer y que libre te quiero pero sí mía.
Así que mis amigos insisten en que es necesario que esté con ellos para hablar de “El barco ebrio” y “Una temporada en el infierno”. Pero a mí ni me interesan los ebrios ni mucho menos el infierno. Insisten en que debo estar con ellos para hablar de “Poemas saturnianos”, de “Fiestas galantes”, de “La buena canción” y de “Romances sin palabras”. Pero no me interesan los poemas extraterrestres, ni las fiestas de gala, ni ciertas canciones traicioneras ni de romances silenciosos. Vuelven a insistir en que debo estar con ellos para hablar de “La fiesta de un fauno” o de “Una tirada de dados abiertos al azar”. Pero a mí no me interesa ninguna clase de faunos saltarines llenos sus frentes de cornamentas ni de jugar a los dados para saber ciertas verdades. No. No me interesan para nada. Sólo sé que libre te quiero pero sí mía.
Cojo el teléfono para hablar contigo pero cuelgo antes de que contestes. He decidido ir al bar de abajo para escuchar de fútbol. De si este año el Real Madrid va a superar al Barcelona o de si mi Athletic de Bilbao puede que este año baje a Segunda A. No me interesa. Sólo tomo mi café con leche mientras les escucho en silencio. Escribo en una servilleta de papel tu nombre y la frase “libre te quiero pero sí mía”.
No me interesan las otras. Las que me miran. Las que me observan. Las que se acercan con media sonrisa. Las que intentan hacerme reír. Las que se me ofrecen. No. No me interesaron jamás y menos ahora. Sólo espero tu llamada porque libre te quiero pero sí mía. Y suena el teléfono. “!Hola, ven a buscarme a las doce de la noche!”. Guardo el telefóno el el boslsilllo. Termino mi café con leche. Salgo a la calle y voy silbando una canción con las manos en los bolsillos: “libre te quiero pero sí mia”. Es una nueva versión únicamente mía mientras voy a tu encuentro.
. Mi amigos me piden que no falte a la cita para hablar de Rimbaud, de Verlaine, de Mallarmé… que es muy necesario que yo esté presente… pero… ¿qué me importa a mí ya el simbolismo francés?. Me ruegan que es muy importante que yo esté en esa tertulia pero yó sólo pienso en ti, estupendo cachetazo a lo supuesto culto y necesario, en verdad lo que vale es ese…”libre te quiero pero sí mia”.Saludos.