Lirismo entre fogones

Siempre he disfrutado cocinando, pero nunca me había llevado esa afición a plantearme la parte de poesía inscrita en esa tarea.

Cuando hago unas migas, observo cómo el pan, casi blanquecino, va transformándose lentamente, por la acción del fuego, en un montón de bonito color dorado. También cambia la textura y el sabor, convirtiéndose en los óptimos para la unión con el resto de ingredientes.

En verano, al hacer gazpacho o salmorejo, al picar las verduras para un taboulé, también me siento atraída primero por las formas de los vegetales que intervienen en esos platos y posteriormente por su transformación en algo diferente y sabroso.

Tengo unos familiares que, siempre que vienen invitados, me piden “un poquito de paella, por favor”. Aún cuando tenga planeado otro menú, no tengo más remedio que hacer también paella, aunque no en gran cantidad ni como plato principal, sino como pequeño entrante.

Es igual de gratificante hacer esos guisos que se podrían hacer dormida que experimentar con guisos nuevos, aunque en los últimos la expectación sea mayor hasta conocer el resultado.

A las cocineras (y cocineros) nos basta con una mirada de aprobación y con ver que nadie deja nada en el plato para ver nuestra obra de alquimia acabada con éxito.

4 comentarios sobre “Lirismo entre fogones”

  1. Cocinar es un arte muy gratificante (sobre todo para el estomago). Si lo haces tan bién como escribes (¡que seguro que si!)estoy convencido de que obtendras autencicas obras de arte culinario.

    Saludos.

  2. Bueno, H2O, la cosa es que se lo comen en un pis-pas. Es halagador pero al tiempo frustrante ver consumido tan pronto lo que ha costado tanto tiempo hacer. Hace ya unos cuantos años hice por última vez chipirones rellenos como los hacía mi abuela. Estuve limpiándolos toda la mañana y duraron diez minutos.
    Tienen muy buen saque… afortunadamente.
    Gracias por tus palabras.
    Saludos.

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